miércoles, 1 de junio de 2011

Reinless


Notas de la autora: Actualización express xd, les juro que este si que no esta para nada corregido xd así que deben haber un millón de incoherencias y faltas de ortografía c: xd así que a penas pueda me meto a corregir, por el momento omitan xd y perdonen c:



Capitulo 8






Ludwig Salio de la habitación del Britanico y en el pasillo se encontró con la presencia del medico Austriaco.

-Rode! – dijo con la voz fuerte para que este lo oyera.

El susodicho, se dio vuelta y se detuvo a esperar que el rubio se arcase. Este traía unas carpetas y unos guantes manchados con sangre.

-¿Sucedió algo? – se arriesgo a cuestionar el Alemán.

-Tengo a un paciente herido a causa de un ataque demonio.

Ludwig frunció el labio

-De acuerdo, debo pedirte algo…

El austriaco lo observo con una grave mirada de inquisición. Claro, no es que le importara menos que alguien se estuviese muriendo mientras ellos conversaban en el pasillo

-Necesito que le digas a Vash que mañana tendremos una reunión de emergencia…

-Creo que ya era hora… - comentó Roderich algo impresionado

El Aleman solo se limitó a asentir y se retiró despidiéndose con rapidez. Veía a su compañero algo atareado y por lo mismo no quiso advertirle lo mucho que se quejaría el Suizo al saber que habría una reunión de emergencia. Por un lado se sentía un poco mal por haberle dado la tarea al médico. Pero por otro lado, no estaba considerando quedarse ahí a esperar a pagar sus culpas. No, ya había decidido retirarse de ahí, he iba a hacerlo.

Buscó sus cosas y Salió del lugar, el sol iba a comenzar su huida y comenzaba a correr una brisa algo cálida por las transitadas calles de Tokio.

Le gustaba el camino que había de la institución a su apartamento, ubicado un poco alejado del centro de la ciudad. 

Por lo mismo aunque eso significara tardarse un poco más, siempre le era agradable caminar el trayecto y ver la disminución de transeúntes a medida que se acercaba y como pronto las grandes calles, se convertían en pequeños pasajes donde niños jugaban y donde poco a poco grandes árboles dejaban al paso una agradable sombra y color.

Le tranquilizaba oír sus pensamientos, ordenar cada uno de ellos en aquella madeja de incógnitas y situaciones extremas que tenía que vivir la mayor parte del tiempo.

Era un poco de esa paz tan necesaria para vivir.

Se adentró por uno de aquellos pasajes que frecuentaba para ir a su hogar. Algo mas oscuro por la gran cantidad de frondosos arboles. No se oia el sonido de los pequeños pájaros anidar, le encantaba vislumbrar fugazmente a esos pequeños animales pero al fin y al cabo era casi imposible a esa hora, con ese frio y despues de tanto dias sin caminar por ahi (a falta de tiempo) y sin saber donde y de cuantos pajaritos se trataba esta vez .

Pero aparte de eso habia algo que por alguna extraña e inhumana razón lo hacia sentir desconcertado.

Era el ambiente algo sospechosamente silencioso, era la oscuridad un poco mas densa de lo normal, era esa respiracion  que de pronto contrastaba muy cercana a la suya

Era el 

Fue ahí cuando considero que había alcanzado con gloria la misma Locura

- Doi..tsu…

Pudo notar la misma impresión en los ojos que ahora lo observaban a un par de metros, sentado sobre la baja pared que daba a una casa.

Ludwig se detuvo y trago saliva algo confundido

Por un momento realmente considero como opciones la total y completa locura, pero después de centrar su mirada y aspirar por su nariz la fragancia del lugar, se convenció de que no había margen de error

Era el olor de un demonio llamado…

- ¿I…talia?

Mierda

No podía sentir eso. No podía ni siquiera considerar que estaba sintiendo esa especie de emoción mezclada con sosiego al considerar la mínima posibilidad de que aquello no era una visión a causa de los insomnios y de las estúpidas contradicciones.

-¡Doitsu! – El susodicho de un salto se aproximo con extrema rapidez y  gracia a los brazos del rubio abrazándolo.

Por un segundo hubo una especie de alto en los hechos.

Seguía respirando, seguía pensando, la brisa seguía corriendo y el sol seguía escapándose del cielo y dejando a oscuras el lugar.

Pero él parecía no estar ahí. Su cuerpo estaba paralizado por una especie de torbellino lleno de preguntas y negaciones. Sentía que por un segundo se había ido a una dimensión donde no había que explicarse nada. Donde nada tenía sentido y eso estaba bien.

El rubio entrecerró los ojos, sintiendo el aroma que siempre lo relacionaba con peligro y que ahora le entregaba una inofensiva sensación de desconcierto.

Pero  aquel alto no podía durar para siempre.

Ludwig, con un rápido movimiento de manos aparto con fuerza al castaño empujándolo y golpeándolo contra la pared.

El demonio, presionó sus parpados en señal de dolor y junto ambas manos sin moverse, sin responderle.

El Alemán sintió su sangre hervir. ¿Por qué mierda no le respondía? ¿Por qué no lo atacaba y le daba una razón para matarlo?

Ludwig presiono ambos puños, se sentía el malo, el matón cuando debía ser todo lo contrario.

-Defiéndete mounstro! – Este levanto un puño y lanzo un golpe que debía haber dado en la blanca mejilla de su oponente.

Pero cuando pudo darse cuenta este ya no estaba frente a él.

-¡Doitsu no!

El rubio guiado por la voz se dio vuelta y nuevamente lanzó un golpe pero en solo cosa de un segundo el demonio volvió a desaparecer.

-Doitsu… por favor…

Ludwig volvió a divisar al joven, pero sabía que aquello era un juego, no sacaba nada con exaltarse, el no era así. El pensaba y tomaba decisiones oportunas. Estaba comportándose como un idiota.

Se detuvo, su respiración era agitada. Hizo un rápido movimiento de ojos y claro, había olvidado algo importante, estaba en un lugar público y aunque por el momento no estaba transitando gente. Estaba en desventaja, no podía meter a civiles inocentes en esto.

-Tú no deberías estar acá– sentenció con gravedad el rubio sacando con agilidad el arma del costado de su maletín.

- Doitsu, no lo hagas… - murmuró el castaño observando cómo lentamente el mayor levantaba el arma apuntándola en su pecho – Doitsu no puede matarme.

En los ojos del muchacho navegaba una oscura certeza de sus palabras

El Alemán molesto por las últimas palabras golpeó la punta del revólver en el pecho del demonio haciendo que este chocara contra la pared nuevamente.

- No voy a creer en las palabras de un ser como tú

- Fidati di me Doitsu… Yo no voy a hacerte daño…

El muchacho levantó ambas manos y sonrió.

Esa sonrisa.

Ludwig quedo algo perturbado por aquel recuerdo. Por aquello que le estaba haciendo dudar de sus decisiones.

-Por qué habría de confiar en ti ¡DIME! – El alemán tomo del cuello al castaño elevándolo unos centímetros del piso. Su corazón latía con furia

Estaba actuando conforme a una serie de sentimientos sin sentido. El definitivamente no era así

El demonio tosió unos segundos y luego habló con casi un murmullo.

-Por que Italia confía en Doitsu…

Ludwig soltó al demonio cayendo este al suelo, quien acercó sus manos a su cuello rozándolo por la extrema agresividad con la que había sido tratado.

- No te creo - murmuro entrecerrando los ojos como si se tratase de una tragedia de la cual el no pudiera librarse

Las frías palabras de Ludwig vinieron seguidas de algunos pasos que se alejaban.

-Nunca voy a creerle a un demonio como tú.

No sabía porque, pero algo en sus palabras o en el tono que las decía, parecía no ir con él. No ir atado a lo que estaba pensando.

- me das pena... Me voy...

 No sabia por que lo hacia, pero sabía que después se torturaría por haber tomado una decisión tan humanitaria con “algo” que no lo merecía.

La vista del castaño se centro en el piso.

-Doitsu va a volver…

El susodicho se detuvo y lo observó casi con una cómica expresión.

El muchacho levantó el rostro y con el su mirada que no delataba ningún sentimiento de engaño.

-Confío en que Doitsu va a volver – reiteró esta vez sonriendo

No hay sustancias más letales que aquellas que se cuelan por cualquier parte, que se respiran sin saberlo y el Aleman lo sabía: estaba respirando palabras letales.

-No, no me interesa nada de ti y eso me lo agradecerás cuando comprendas y veas que valía la pena que yo sea como soy.

-Aspetterò… Doitsu… Aspetterò

No tenía que ser Italiano para comprender lo que el joven trataba de decirle. Eran sus ojos, su sonrisa.

El confiaba en algo que no iba a suceder.

El Aleman guardó su arma y con una última mirada fugaz se retiró del lugar que ahora estaba oscuro iluminado por focos y una densa luna en el cielo.

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Era una habitación de una hermosa decoración antigua y en una cama se encontraba un joven de cabello castaño.

Su mirada perdida en el blanco techo parecía pensativa en algo lejos de ahí. En recuerdos efímeros manchados con tenues sentimientos opresores 

-Stupido Spagnolo – murmuró consciente de que la persona a la que se refería no escucharía nada, siendo que estaba a su lado.

El español se hallaba semi-dormido junto al menor, acariciando con sus finos dedos el pecho desnudo del italiano por debajo de la sabana, trazando círculos y líneas imaginarias.

-¿Dijiste algo Romano?... – la voz de Antonio sonaba adormilada y un poco difusa a causa de que la mitad de su rostro estaba estampado sobre una almohada.

El italiano movió sus ojos y los fijo en los ahora cerrados de su acompañante.

-No… no dije nada…

Antonio entre abrió un poco sus ojos y siguió con el recorrido de sus dedos, estaba vez arriesgándose a descender al vientre del menor, con lentitud y con finos movimientos estratégicos.

El italiano lanzo un suspiro y se dejo llevar un momento por la placentera sensación que causaban las manos del español en su cuerpo.

Lo odia, odiaba que lo hiciera sentir así, que lo perturbara, que sin darse cuenta lo hiciera necesitarlo, desearlo, tenerlo siempre cerca.

- ah…

El mayor delineó una tenue sonrisa al percibir  lo que estaba causando en el castaño, mientras un leve sonrojo se formaba en las mejillas de este ante el motivado actuar de su compañero.

Y por un momento el incauto Español pensó que las cosas si podían resultar tan fáciles…

-¡Depravado enfermo! – las manos del italiano habían detenido con furia a Antonio, quedándose de cabeza arriba, situación que el menor aprovecho para levantar las sabanas y sentarse en las piernas del mayor.

Sobre el

-Lo estabas disfrutando… - murmuró en su defensa.

El sonrojo pareció aumentar.

- ¡Cállate Stupido Spagnol!

Romano aprovechando la atención del mayor, sostuvo ambos de sus brazos y los estampó en la cama,  seguido de ello apoyo su cabeza en su ahora pecho dsnudo

- No vuelvas a hacer eso…

- ¿Romano?

Antonio sin hacer ningún tipo de resistencia con sus brazos (era obvio que podía zafarse de los inexpertos brazos italianos) levantó un poco la cabeza ante el desconcierto de las palabras del menor.

- ¡No vuelvas a arriesgar tu vida de ese modo!– habló alzando la voz y levantando la mirada con molestia – Nunca…

Estaba claro que se refería a lo ultimo acontecido. Antonio no era de recibir daños, en efecto, el poder del cual se jactaba era de tener la regeneración corporal mas rápida entre los demonios conocidos, pero aquella imagen que presencio al verlo llegar con su pecho manchado en sangre, y con aquella cicatriz que incluso ahora aun era visible en el, lo hacia sentir intensamente preocupado.

Otra cosa es que no lo expresara de la manera correcta

Los labios italianos tiritaban con una especie de sentimiento opresor en su pecho.

-Y si vas a ponerte en peligro y querer morir y desaparecer... solo llévame contigo - finalizó retirando nuevamente la vista del frente- Es lo único que te pido…idiota

El español sonrió y zafándose de los ahora tembloroso brazos italianos, lo atrajo hacia si abrazándolo y besando su cabeza.

- Si hay algo por lo que sigo vivo… Es porque Romano me quiere aquí, junto a el

Antonio pasó su brazo por la espalda del menor y lo deposito en la cama, revirtiendo nuevamente los papeles.

Recorrió con su mirada, el fino rostro del menor sus ojos marcados por el ceño fruncido y las mejillas aun rojas, la piel clara y tersa

- No me va a pasar nada –dijo sonriendo – no mientras Romano siga siendo Romano!

- Idiota, dices cosas sin sentido

Realmente el italiano había dicho eso solo para tener una excusa de desviar su rostro y de no hacer notar que ahora, más que nunca su corazón parecía ser una bomba de tiempo y sus mejillas la fuga de escape.

Doki, Doki, Doki

-¿Ahora me permites? –

 El mayor acercó su rostro al desnudo cuello de su amante para besarlo.

Podía golpearlo (y claro que lo haría), insultarlo, despreciarlo. Pero era su voz, su tacto, sus besos, los que al final… lograban cualquier cosa.

Nunca se lo diría, nunca lo admitiría pero era adicto a ese Stupido Spagnol.

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En verdad no me siento conforme con este cap, es como si lo hubiera faltado algo :/
No se xd no podria explicarlo xd Ojala a ustedes les haya gustado c:
Eso... intentare publicar pronto el siguiente c:!
Graaaaaacias por leer!


3 comentarios:

  1. AKSHDAKSDJHALKSDJHAKSDJH!
    Me fui al carajo con el Español y Romano *-----*

    Y Doitsu... es un cobarde :B -huye lejos-

    Escribe más seguido, no ves que es mi teleserie nocturna Nº 1 :3 ♥

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