martes, 1 de noviembre de 2011

Reinless

Notas de la autora: Reviví y luego mori y luego reviví nuevamente y esa es la historia por que no habia publicado (?) Fin.
Ok, les dejo el cap, perdonen y seguramente ya se olvidaron de todo el fic y eso es muy triste para mi y para todos mis amigos imaginarios :c 
Os amo y no hice correcciones asi que golpeenme *-* 

Capitulo 16 




El  joven Canadiense tomó asiento en el lugar que los guardaespaldas le indicaron. Observaba todo con gran asombro, nunca había subido a un avión. Sus padres eran gente de campo y por lo tanto cosas como aquellas eran un sueño para él.

Se agitó al ver la figura del Frances acercarse, se sentía a salvo junto a él, más que con todo ese grupo de hombres desconocidos, más que con todas esas palabras de aliento que le dieron mientras el mayor estaba en urgencias.

No, no era comparable…

- Mathii, te veo algo nervioso… ¿Nunca has viajado en avión? – cuestionó el mayor acomodándose en el asiento junto a él.

El muchacho rápidamente negó con la cabeza y apretó el gran oso de felpa.

-Oh lalala! Mi lindo Mathii yo voy a protegerte de todo! –exclamó el francés en respuesta de la dulce acción del menor.

-Se-señor basta… - dijo tocándole el hombro uno de los guardias al Frances.

El mayor pudo deducirlo al instante, eran sus heridas de las cuales todos sabían menos Matthew, las que podían abrirse si hacia movimientos muy bruscos.

Francis se apartó con lentitud y con su mano revolvió los cabellos oro del joven.

Se mantuvo pensativo un buen rato. Sabía que el muchacho junto a él buscaba respuestas a los hechos ocurridos ese día. El no se merecía la incertidumbre, ni tampoco la gran cantidad de mentiras que habían utilizado para atraerlo a aquella situación.

Probablemente, (y el francés lo tenía bastante claro) necesitaba acabar con aquel rollo de mentiras y comenzar a hablar con la verdad, ya que aquellos estaba condicionado a la confianza que fuera a sostener el muchacho con el de ahora en adelante.

“A la mierda Vash…” – se dijo con cierta agradable libertad, para luego mirar al menor  y apartar uno de sus cabellos.

- Mathew… voy a contarte todo…
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Antonio Fernández Carriedo tenía más años de los que estaba dispuesto a admitir, un pasado quizás algo escabroso pero un futuro brillante y excepcionalmente eterno (no todos podían darse el lujo de decir aquello). También tenía una increíble fuerza y capacidad innata que lo hacía generar respeto entre sus pares.

Hasta ahí, si vida podría ser considerada casi perfecta, si no fuera por el pequeño pero muy importante detalle de quién ahora le estaba haciendo cuestionarse un millón de cosas.

Antonio, el gran demonio de cabellos castaños estaba total y profundamente enamorado.

-No está, no está, no está! Le dije! Y te lo dije a ti! Imbécil! Estoy seguro que debe ser tu culpa, no sé cómo! Pero TU debes tener la culpa! No está por ningún lado! El no sabe cuidarse solo! TIENES QUE HACER ALGO ANTONIO

Su problema no era estar enamorado, el verdadero inconveniente era DE QUIEN.

El mayor terminó de picar los tomates que hace un rato había estado pelando y con tranquilidad levantó la vista al joven que se encontraba de un lado a otro caminando sin detenerse.

- Lovi, si usaras conectores y me hablaras con claridad yo podría entenderte – se aguantó las enormes ganas que tenía de hacerle una mueca de burla.

El muchacho se detuvo en seco y lo escruto casi asesinándolo y cortándolo en picadillos con la mirada.

-¡No está!, ¡No está en ningún lado! – afirmó esta vez  apretando los puños.

-  ¿Quién?

El italiano frunció el ceño

-¿Acaso no me escuchaste? ¡Italia!, Estoy hablando de Italia!

Ehh, Lovi… - El español tomó un paño y se limpió sus dedos – ¿Realmente estas preocupado por eso?, se te olvida que Italia es un demonio, igual que tú…

-¡No, no es igual que yo! – Le interrumpió el menor para luego bajar un poco el tono de voz – El.. es estúpido… y torpe…

Antonio enarcó una ceja y se cuestionó si aquel comentario debía considerarlo una ofensa o una brillante defensa a su pariente.

-Realmente…  debes amarlo mucho… para estar preocupado de esa manera… - asumió sintiendo una gran ternura por los entristecidos ojos de su amante.

El joven al instante se sonrojó y negó con la cabeza.

- ¿A-amarlo? – titubeó atropellando las palabras en su boca – ¡No! ¡No te confundas! El es estúpido y se puede meter en problemas… es solo eso! – finalizó girándose dándole la espalda al mayor.

Antonio iba a decir algo pero el menor se le adelantó

-Vo- voy a salir a buscarlo –murmuró casi con un hilillo de voz.

Con lo que no contó el joven es que en un segundo, junto a él se deslizaron como una melodía las palabras del español.

-Voy a acompañarte – murmuró este en su oído, lanzando el paño lejos.

El muchacho lo apartó molesto mientras una risa sonora se dejaba escuchar en aquel sitio.

__________-__________

Los pasillos de aquella enorme mansión parecían más oscuros de lo normal, más tristes, más desolados. Se adentró entre ellos, su mirada iba perdida en un par de recuerdos dolorosos que lo atormentaban desde el día anterior.

Necesitaba respuestas y caminaba en dirección del único ser que podía dárselas. No quería tener que hablar de aquello con él, desde el principio se había prometido no darle razones para destruirlo. Pero no había nadie más.

Se detuvo frente a la gran puerta de caoba y la abrió sin hacer uso de mucha fuerza. Al hacerlo un poco de luz entró por las cortinas de aquella morada

La habitación tenía una cama en la cual se encontraba aquel ser que el demonio mayor siempre protegía y traía a su lado. Sus largos cabellos negros cubrían parte de su rostro y su cuerpo se encontraba inerte.

El demonio de ojos rojos caminó unos pasos y se topó con quién buscaba.

Los pies del demonio Ruso se movieron casi como si se deslizaran hasta la orilla de la cama y se sentó

- ¿Qué haces aquí Gilb-chan? – su voz tenía la misma dulzura que utilizaba cuando quería convencerlo de algo.

El aludido se encamino dentro de la habitación y se dejó caer sobre un gran sillón de cuerpo negro a unos metros del mayor.

-Lo vi… - murmuró con un tono de voz bajísimo

Los ojos del ruso se abrieron con una inocente impresión.

-¿A quién Gilb-chan? ¿A quién viste? – preguntó con un tono de voz risible.

El menor dejó escapar un suspiro y habló.

-Rode…

Sintió una punzada en su pecho al dejar escapar aquel nombre después de muchísimo tiempo.

-Oh, ¡Qué lindo! ¡El reencuentro con tu gran amor del pasado! Gilb-chan! Deberías estar feliz – dijo lo ultimo afilando la mirada.

El menor sabia que el maldito demonio lo hacía para burlarse, estaba claro que sabía lo que ocurriría y el muy bastardo lo había dejado ir a aquel nefasto encuentro.

Se levantó con furia y golpeó la pared

-¡No te hagas el listo conmigo! – exclamó para luego apretar sus puños en un intento fallido de calmar sus ánimos

-Oh, ¿Que paso Gilb-chan? ¿No me digas que tu lindo Rode, te rechazó? Pobresillo… los humanos nunca han sido gente de confianza…

El mayor llevó un dedo a su mejilla e hizo un gesto ingenuo con la mano.

Los ojos afilados del demonio de ojos rojos se posaron esta vez en el mayor.

-Que fue lo que hiciste… - dijo con un tono de voz amenazante.

-¿Yo? – Cuestionó llevando un dedo a su rostro para luego sonreír sin alterarse – ¿Realmente crees que yo hice algo?

-¡Pues quién más!, quién más pudo haber hecho algo… como eso… -finalizo lo ultimo con lentitud como si una idea de pronto lo hubiese atacado de improvisto.

-Así es Gil… piensa bien… yo no soy el único demonio al cual le debes tu inmortalidad- la mirada del ruso había pasado de ser dulce a una mirada afilada y casi enigmática.

Los ojos rojos se perdierom en el suelo, pero no lo observaban, había muchísimos recuerdos que intentaba atar para encontrarle sentido a las palabras del mayor.

-Yo se que sabes quién fue, yo se que lo has nombrado. Es un bastardo porque eso somos los demonios… unos bastardos – espetó con extrema fiereza el mayor

Gilbert no alcanzó a escuchar lo último, toda aquella revolución en su cabeza lo había hecho actuar sin pensarlo y en cosa de segundos ya había salido de aquella enorme mansión y estaba moviéndose entre los grandes árboles del lugar.

Sabia, sabía quién era y sabía exactamente lo que había hecho. Él lo había visto, lo había visto antes.

- ¡No!, ¡No!, ¡No! – iba gritando sin mirar al frente. Era su instinto, su nula capacidad de razón la que lo guiaban.

Hasta que después de unos largos minutos se detuvo. Había olvidado la hora, estaba amaneciendo y nadie caminaba por aquella calle, pronto noto que era  la entrada de un pasaje antiguo pero de grandes y sublimes construcciones.

Y lo vio, como por arte de algún maleficio útil, asomarse por el pequeño balcón del tercer piso, se estaba poniendo la camisa con la que iría al hospital para el cual trabajaba. Se imaginaba a Roderich son su uniforme de médico atendiendo a los más desposeídos. Se imaginaba incluso el gesto que hacía con sus cejas cuando anotaba un dato importante en su libreta.

Como si todos esos años no hubiesen pasado.

Y no fue necesario pensarlo ni analizarlo (sus decisiones eran demasiado awesome como para ser juzgadas) así que en cosa de segundos sus pies (casi por inercia) terminaron dentro de la habitación del Austriaco quién tarareaba una canción y aún no se daba cuenta de la presencia ajena.

-¡Se- Señorito! – exclamó el demonio de cabellos grises mientras la brisa de aquel temprano amanecer mecía sus cabellos.

El aludido se giró con extrema rapidez y dio varios pasos hacia atrás.

-¿Quie- Quien es usted?

-Señorito, ¡Soy yo! Gilbert… ¿No me recuerdas? – dijo esta vez con un tono de voz más bajo notando la inseguridad del castaño

-¡¿Como entró aquí?! – Emitió con vacilación Roderich mientras con extrema cautela movía sus manos tras su espalda buscando algo con que defenderse.

Claro, que no contaba que aquel demonio era muy rápido y en cosa de un segundo sus manos se hallaban sobre los hombros del Austriaco, zamarreándolo.

-¡Basta! – Exclamó  apartándolo con fuerza el Austriaco – ¡No se mueva! – dijo seguido de ello levantando un arma que había logrado sacar de uno de los cajones donde sus manos habían divagado.

El demonio se mantuvo quieto e inclinó un poco su mirada que ahora no parecía tan completa y profundamente desolada.

-Señorito…  - reiteró esta vez con una sonrisa terca e incluso burlesca. Se había aventurado a avanzar (siempre con cautela) al notar en el rostro ajeno la brillante duda del desconcierto.

“Puedes bloquear todos los recuerdos que quieras, pero nunca borrarlos, el recuerdo y la idea son los parásitos más grandes que existen en la mente humana”

-¡No, no se acerque más! Voy a disparar – exclamó el Austriaco agitando el arma y volviéndola a apuntar directo a la frente del demonio.

Gilbert se sorprendió, había una estrepitosa e increíble capacidad de defensa que sólo pudo haberla adquirido de la experiencia. Pero Roderich era un médico. ¿Por qué tendría que saber de armas?

Sus pasos ligeros como plumas seguían disminuyendo la distancia de ambos haciendo el aire más denso y los latidos cada vez más audibles.

Roderich había perdido el habla y sus manos sosteniendo el arma eran la respuesta menos convincente que podría haber dado en su defensa. No iba a disparar, lo sabía y sabia que la persona frente a él lo tenía incluso más claro. Pero no podía moverse. Era como si cuerpo se hubiese adormecido y sólo funcionara con escandalosa efusión su corazón, golpeándolo y su mente trayendo a él un confuso arsenal de imágenes sin principio ni fin.

-¿Quie-Quien eres tu…? – expulsó cuando ya la distancia entre ambos era mínima, mientras sus manos caían a sus costados dejando el arma golpear el suelo.

Gilbert levantó ambas de sus manos y con extrema delicadeza sostuvo el rostro ajeno.  No había olvidado el olor del médico ni tampoco la placentera sensación que causaba el contacto con su piel. Se sentía completo

-ah-ah

aferrado contra las calientes mejillas del médico, sentía los latidos del corazón muy fuertes, retumbando en su cabeza. Cerró los ojos, tratando de calmarse, pero estaba sudando frío y sentía que el corazón le iba a explotar. Levantó la mirada y vio al Austriaco inclinado sobre él, como si quisiese decirle algo, haciendo el intento con sus labios entre abiertos de decir algo importante, hablándole, pero no lo llegaba a escuchar, agarró el borde del cuello de la camisa a medio poner y lo besó.

Los labios entre abiertos recibieron aquel beso demandante y no hicieron más que corresponder con cierto ademán torpe y ansioso. Sus manos se recorrían con un aturdido discontinuo movimiento a través de sus cuerpos, sus cabellos, su humanidad completa delineada en un segundo.  

- Ah- Y pronto el demonio de ojos rojos pudo sentir como los labios ajenos se apartaban y aquellas manos que hace unos segundos lo tocaban ahora caían con ligereza.

El Austriaco se habría desplomado en el suelo si no hubiese sido por el rápido actuar del demonio que lo sostuvo y lo dejó apoyado sobre el sillón más cercano.

Y en aquel momento, en que veía al médico entre dormitar y evocar  un sueño que el no podía comprender, supo que debía buscar la manera de traer de vuelta los recuerdos del Austriaco. No importaba como, ni donde pero juraba por la estúpida maldición de ser demonio que no iba descansar hasta traerlo de vuelta.

Gilbert con una reacción casi dotada tomó su móvil y marcó.

- Vas a decirme quién puede ayudarme Ivan. Y  créeme que aquel awesome comentario no fue una pregunta.

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Se sentía bastante bien, había dejado de oír el ruido a su alrededor y se encontraba más bien en un estado semi-inconciente. Había dormido un buen rato y olvidarse de las cosas no era algo que hiciese muy seguido (y que a juzgar por esa sensación debía comenzar a ponerlo en práctica). También un agradable olor había contribuido a su inactividad momentánea. Intentaba traer a su mente el significado del aquel aroma.

Era algo dulce pero con una cierta mezcla de piel, se parecía al de alguien, o algo quizás…

Entre-abrió sus ojos con desgano y la tenue luz lo apoyó en el intento de distinguir (y de paso recordar) donde se encontraba. El sutil sonido de las turbinas trajo con frialdad el recuerdo que viajaba a Japón y que no debería bajo ningún pretexto estar perdiendo el tiempo como lo estaba haciendo.

Iba a moverse pero sintió un peso sobre su hombro.

Los cabellos cobrizos cayeron tapando un poco los ojos ahora cerrados del menor de los Jones. El muchacho se había dormido y reposaba con cierto apego en el hombro del inglés.

Levantó su mano para apartar aquellos cabellos, el suave tacto acarreaba una sensación parecida a la que tenía antes de salir de su semi-inconciencia.

Y habría seguido acariciando cuando recordó algo importante.

¿Holy shit que mierda?

- ¿Puedes despertar y apartarte de mí por favor? – indicó el Ingles moviendo su hombro con brusquedad.

El menor reaccionó levantando la cabeza y entreabriendo los ojos con desgano, seguido de ello se sacó sus lentes y llevo su dedo índice y pulgar a sus ojos para frotarlos ligeramente.

-  ¿Tienes un problema con la sociedad?, ¿Malos tratos en tu infancia o algo así? – el menor después de frotar sus ojos estiró sus brazos mientras dejaba escapar un sonido como de bostezo.

- Tu falta de educación le hace daño a mis ojos – se limitó a espetar Arthur para luego volver a apoyarse en su asiento.

-Y tu falta de tacto con la gente le hace daño a los míos.

- Lo siento pero los tuyos ya están dañados –aclaró el inglés apuntando los anteojos del menor

- Y al parecer – Alfred llevo su dedo índice a el espacio que se formaba entre ambas cejas del ingles – de tanto fruncir el ceño vas a provocar que se forme un hoyo negro aquí, el cual nos tragará a todos.

- Cállate – fue lo único que expresó el ingles mientras apartaba la mano del menor y giraba el rostro en dirección contraria.

No quería detener a analizar aquel extraño sentimiento. Quería golpearlo, insultarlo, hacer uso de sus más grandes sarcasmos, pero también algo en él quería reírse, sostener su mano y dejar al muy imbécil dormir nuevamente en su hombro.

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Que cuatico esto de tardarme 2 meses en publicar xd Lo siento, de verdad :c
Pero les aseguro que ahora iré más rapido por que de ahora en adelante se pone super cuatico y sangre y pasion y asdasd 
Y bueno, les adelanto que en el siguiente capitulo se viene la historia de Prussia y Austria, el como se conocieron -chan- y por que Austria perdió la memoria -chan- y QUIEN le quitó su memoria -chan- y lo que piensa hacer Prussia para recuperarla -chan- lo que desencadenaraá muchas cosas y la caga maxima
Weon, fue el medio spoiler, soy lo peor :c
Ya corta shao xd