domingo, 28 de agosto de 2011

Reinless

Notas de la autora: Ok, estas notas SI son importantes, así que pongan atención antes de leer xd Primero debo pedir disculpas por la tardanza, claramente no puedo asegurarles que tan rapido publicaré por que esto de la inspiración no está atado a mis requerimientos xd 
Y segundo, voy a dejar dadas unas especies de tips que agregué antes de leer para que así sea más ameno su entendimiento del fic y de los diálogos. No quiero que me mal interpreten, no estoy dudando de su capacidad de entendimiento ni nada por el estilo, es sólo que me di cuenta que esta seria la mejor forma de generar así un enlace en las historias y así no crear confusión.
Dentro de la historia hay van a existir sólo 3 vinculos o hiper vínculos (como quieran llamarles) el primero es el que he usado siempre que son los guiones bajos y el guion (______-______) que significan que la escena ha sido traslada a otro lugar u otro contexto, el segundo son los ya muy usados flash back que simplemente comienzan con un "Flash back" en cursiva dándole termino con un "Fin flash back" en cursiva también y el tercero y en este pongan atención por que lo agregaré de este capitulo en adelante, serán dos separadores ( // ) que significarán que es la misma escena pero sólo ha cambiado el narrador. Creo que un ejemplo claro es la escena que se encuentra en este capitulo asi que cuando la lean les quedará más claro.
¿Por que hice esto? por que este fic (a diferencia de mucho) hay muchas historias dentro del mismo, por lo que mantener un solo narrador seria algo difícil y bastante fome. Me gustaría actuar de narrador omnisciente completamente y así poder darles la oportunidad de que vean las cosas del punto de vista de muchos personajes. (tomando en cuenta que debo hacer muchos flash back en la historia y para eso es necesario poder moverme por la mente de todos los personajes xd)
Bueno, eso seria, les dejo el capitulo y cualquier preguntita aqui estoy (:


Capitulo 15




Los pasillos del avión eran angostos e incómodos y la estúpida necesidad de que el maldito avión partiera pronto tenía a Arthur con una evidente cara de pocos amigos, sin restar que le molestaba aún más la inexplicable (y muy fuera de lugar) hiperventilación del joven que viajaba con él.

-¿Puedes parar? – dijo haciendo énfasis que había más rastro de mandato que de pregunta en sus palabras.

El joven americano se encontraba conversando con una azafata de lindas facciones y que desde el principio había buscado cualquier excusa para acercársele. Situación que el rubio de ojos cielo parecía no haber notado en lo absoluto.  

-¿De qué hablas? – dijo seguido de una tensa mirada de desconcierto.

Arthur sin prestarle atención a aquella pregunta, se interpuso entre ambos personajes (cosa que hizo a la azafata querer fulminarlo con la mirada) y con su mano tomó el cuello de la camisa del menor y lo arrastró por el pasillo hasta llegar por fin a sus asientos, donde seguido de una molesta mirada de desaprobación lo empujó para que este se sentara.

-Necesito que te quedes tranquilo…-pronunció con rapidez  al ver que la insistente azafata se acercaba nuevamente.

- pero yo…

-Silencio.

Estaba claro, probablemente aquella muchacha venía a exigir alguna clase de explicación por aquel irracional actuar. Y a juzgar por sus ojos, sus lindas piernas y su acento bilingüe cualquier hombre estaría dispuesto a ocupar su tiempo queriéndose disculpar e incluir alguna invitación en su agenda.

Cualquier hombre que no fuera el agradable y condescendiente Arthur Kirkland.

Oiga…- fue lo único que alcanzó a pronunciar la joven antes de que los abrumados labios del británico se movieran con cierto tono severo.

- Escolta de seguridad – anunció sacando una identificación de su bolsillo y casi estampándosela en el rostro a la muchacha – No tiene autorización para acercarse más, le sugiero que se limite a hacer su trabajo. – diciendo eso, guardó la tarjeta con la misma ligereza con que la sacó y se giró a su asiento.

Los ojos de la joven quizás por un obvio sentido común debieron haber brillado de furia se mostraron sorprendidos e incluso mucho más satisfechos con eso. Probablemente su imaginación la había llevado a pensar que aquel guapo chico de ojos azules era una especie de estrella de rock encubierta y ella por azares de la vida había tenido la efímera y quizás única oportunidad de hablar con ella.

La muchacha se apartó sin prestar atención a la severa mirada del ingles y siguió su camino por los pasillos, mientras Alfred levantaba su mano para despedirse con cierta sonrisa ingenua.

- ¿Que parte de no llamar la atención no te entro al cerebro?

Alfred rodó los ojos.

- Solo estaba siendo amable

- Entonces pudiste haberla acompañado al baño también, se nota que eso era lo único que quería.

-No sé de que hablas! ¿Por qué habría de acompañarla al baño?

Arthur puso una mano en su frente. ¿Qué cosas les enseñaban a los niños ricos?, pudo divisar el confuso rostro del menor que este no había notado en lo absoluto las intenciones de esa chica, y que ese “estaba siendo amable” había sido hasta de lo más estúpido y sincero.

-Olvídalo…- suspiró vencido el mayor sacando su móvil del bolsillo y marcando un número, pasaron un par de segundos y la persona al otro lado contestó.

- ¿Cuánto te falta? – preguntó

-Ya terminé de hablar con el encargado del vuelo y el piloto de turno cambió las coordenadas del vuelo, accedieron a no hacer escalas.

-Perfecto – pronunció Arthur – será mejor que partamos pronto.

No había sido un verdadero problema para Ludwig convencer a los funcionarios del Aeropuerto, sólo fueron necesarias un par de llamadas y hacer énfasis en que “Si no se toman las medidas que pedimos pueden ocurrir situaciones desfavorables, de las cuales no estaremos en situación de hacernos cargos”, otro par de llamadas y listo, tenían un vuelo, y en cosa de minutos los pasajeros fueron derivados a otros vuelos dejando solo a unos pocos en ese viaje (se necesitaba tener señuelos en el caso de que hubieran imprevistos). Las escalas fueron canceladas y se tomaría aquel viaje con la disposición que se hacía  en el caso de que alguien muy importante viajara.

Alfred se asomó por la ventana y luego miró al pasillo impaciente.

-¿Cuanto falta? – cuestionó como un niño pequeño.

Arthur no respondió, no le daría el placer de hacerlo sentir un imbécil.

- Aun no entiendo porque estamos en el aeropuerto, pudimos haber viajado en alguno de los jets de mi Padre.

El británico bufó y como si intentara traer a la mesa el hecho de que ya le había explicado aquello habló

- No podemos darnos el lujo de ser predecibles, los dem…- el mayor carraspeó ante el casi error – los hombres que quieren secuestrarte, saben que tu padre tenía jets privados y probablemente esperan que uses uno de ellos para moverte por el país.  

Los ojos azules se quedaron mirando hacia el pasillo y luego volvió su mirada a la ventana sin hacer referencia a las palabras del mayor.

-Me pregunto cómo será Japón… - dijo en un tono de casi ensoñación.

Arthur sabía que no era mucho de entender las reacciones humanas, ni el mismo sabia porque a veces actuaba de la formaba en que lo hacía, pero desde el principio, desde que vio por primera vez al hijo de los Jones, supo que no era alguien normal.

No era darle crédito, al contrario era asumir que su trabajo seria el doble de difícil y la primera prueba fue el haber intentado compartir el dolor de una perdida. No podía, no era ser insensible ni  de pocas emociones, era que simplemente no podía. Al principio pensó que sacarlo de aquel letargo que traía una perdida tan grande sería verdaderamente difícil, pero aquella noche en que Ludwig irrumpió en la habitación del menor y le informó de la situación actual (bañada de necesarias mentiras) no pensó que la reacción del joven sería tan a favor de las circunstancias.

Se esperó negación, sentimientos de miedo, ¿acaso no los sentía? ¿Acaso Alfred no temía por su vida y por las horribles cosas que quisiesen hacerle esos secuestradores?. Aún al mirarlo  no era capaz de encontrar en sus gestos ni sentir esa pizca de realidad que necesitaba acertar.

Quería encontrar miedo… por que el si temía por la vida del menor.

- No te entiendo Alfred…

El británico se arrepintió al descubrir que tendría que volver a lidiar con esos sentimientos desconocidos.

El rubio de ojos azules se giró a prestarle atención al mayor.

- ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Por qué aceptaste venir con nosotros? Porque estas tan tranquilo? ¿Acaso no tienes miedo? Por ti, por tu vida…

Arthur asumió que aquel arrebato de preguntas había sido bastante fuera de lugar y que era aun más destructivo el no oír ninguna clase de respuesta.

-Tu me dijiste… “No tienes que estar aquí si no quieres… Este lugar te debe traer muchos recuerdos” y me di cuenta que tenias razón… - el hijo de los Jones, se detuvo un momento como si quisiese encontrar las palabras indicadas y prosiguió – Tenias razón en todo lo que me dijiste… No podía seguir sufriendo, a mis padres no les gustaría eso… debo seguir adelante… ¡Como sea!

El británico sintió algo arder en su pecho

- Bueno, eres la primera persona que conozco que reacciona tan bien cuando le dicen que un grupo de secuestradores lo está buscando…
Alfred lanzó una carcajada

-¿Te referías a eso? ¡Pues es lo mejor que me ha pasado en la vida! Es como esas películas de acción donde hay un Héroe que al final resuelve todo –continuó acentuando aquellos gestos con sus brazos y con un verdadero fuego en sus ojos – ¡¿Acaso no crees que es genial?!

El ingles tragó saliva y realmente se cuestionó si aquel actuar era normal en los estadounidenses o este en especial ya se le habían zafado un par de tornillos.

Seguido de ello suspiró y prefirió no darle más vueltas al asunto, en cierto sentido era mejor que el menor creyese que era una película a que estuviera desesperado y actuando sin reservas.

_____-_____


Se tardó bastante en ajustar su traje de seda a los requerimientos de esas vendas en su pecho. El médico había hecho lo señalado por Vash y le había inyectado grandes cantidades de morfina al Francés. Este se sintió increíblemente aliviado, amaba la morfina, después de las mujeres y el vino, la morfina seria su otro amor.

Se arregló el cabello y limpió de su rostro todo rastro de sangre, aún tenía unas rasmilladuras en sus manos y en su rostro pero si no lo conocieran, nadie podría descubrir que debajo de aquella ropa de costurera costosa tenía una herida del porte de una mano.

Y esa era la idea.

- Calculé la dosis para las horas estimadas del viaje – el médico ayudó al Francés a colocarse su abrigo – intenta no hacer movimientos muy brusco ya que la herida aún no ha cerrado por completo, y no pierdan el tiempo, tienes que tratarte lo más pronto posible – finalizó entregándole el maletín que había sido rescatado del auto en llamas.

Francis asintió y salió de la sala de operaciones. Tenía que ser de ese modo, Mathew debía creer que en todo ese tiempo había sido tratado por profesionales y que ahora sólo debía cuidarse de las pequeñas heridas sin mucha importancia.

El rubio caminó por los pasillos hasta encontrarse con el pequeño semblante del muchacho quién (acompañado de por lo menos 5 hombres del regimiento de axis) se encontraba mirando por una pequeña ventana al costado de uno de los asientos.

-¡Siento haberte hecho esperar Mon petit Mathew!

Los ojos del muchacho se iluminaron con una indescifrable impresión

-Se- Señor Francis! – exclamó con ese sutil tono de voz para luego acercarse hasta quedar frente a el – ¿Se- se encuentra bien? – cuestionó sin poder creerlo, fijando su mirada en el lugar del pecho del mayor donde hace unas horas había visto una enorme herida y que ahora parecía una ilusión.

-¡Oh, Claro que estoy bien! ¡De Maravilla! – exclamó esta vez con aquel desplante que caracterizaba al Francés.

El muchacho rodeó con sus brazos al mayor y lo abrazó sonriendo aliviado – Me alegro mucho, muchísimo… gracias, gracias, gracias…

Entreabriendo los ojos Francis pudo jurar que algo cálido atravesó su cuerpo, algo que no podía describir pero que le entregaba una increíble tranquilidad.

Por supuesto que el mayor se habría mantenido en aquella posición por más tiempo pero la mirada algo molesta e influida por los nervios de Vash que tenían los hombres del regimiento lo hizo actuar con cautela.

El francés lo apartó y luego se arrodilló hasta quedar a la altura del menor.

-No puedo obligarte a ir con nosotros… pero puedo asegurarte que hay razones importantes para hacer lo que estamos haciendo. – la mano de Francis se movió con dulzura hasta rozar la mejilla del pequeño Mathew quién no hizo ningún movimiento.

- Iré… - casi murmuró después de tragar saliva – iré con ustedes…

____-____

Cogió su maletín con cierto desgano y se aproximó a la puerta de su oficina para cerrarla. Hace unos momentos había asumido que debía quedarse de turno aquella noche, si no fuera por el imprudente llamado de Vash, quién le sugirió que volviera a su hogar ya que en cosa de 24 horas debía volver y hacerse cargo de un par de grandes problemas.

“Francis está saliendo del hospital con el 20% de su cuerpo bañado en morfina, a penas llegue debe ser trasladado al quirófano para operar el desastre que hay en sus costillas, y siendo optimistas, si el viaje que está teniendo Kirkland con el muchacho no se atrasa tendremos el escenario perfecto para que unos demonios se nos aparezcan en el aeropuerto de Tokio”

Aquellas palabras expresadas por el Suizo parecían haber sido un solo trámite burocrático… y lo peor es que podía vivir con ello…

El Austriaco dejó escapar un suspiro y apagó la última luz de su oficina. Elizabeta se había ido hace unas horas autorizada por el para ver el tema de su hospedaje y los encargados para quedarse esa noche de turno eran un grupo reducido, por ende los pasillos se encontraban casi vacios.

Antes de darse cuenta (y de analizar su evidente preocupación por los hechos que estaba ocurriendo) Roderich se encontró saliendo de las Instalaciones de Axis con su maletín y con su largo abrigo negro.

Había olvidado que era viernes por la noche, y pudo aseverarlo al ver las transitadas calles nocturnas del lugar. No le sorprendía, hace tiempo que se encontraba bastante perdido con los días.

//

Volvió a mirar su reloj, los segundos eran atroces punzadas en su pecho y la centelleante luz de esa calle lo tenía vuelto loco. Pero faltaba poco, un par de minutos quizás y podría verlo después de tanto tiempo, tantos años sin ver aquel rostro, aquella mirada dulce y apacible, aquella piel suave y tersa.

Volvió a fijar su mirada en el reloj, con esa ya eran 15 veces. Se volvería loco…

Casi sin darse cuenta (y quizás porque su aburrimiento lo demandaba) comenzó a avanzar en dirección contraria de donde había venido pasando a llevar a alguien quién (en vez de responderle con algún insulto) calló con ligereza al suelo desparramándose así de su maletín una lluvia de hojas sueltas.

El Demonio de ojos rojos fijó su mirada en la persona que acaba de arrojar al suelo… y valla que el destino le había dado un golpe certero.

-Di-disculpe – pronunció el hombre de larga chaqueta negra mientras comenzaba con rapidez a juntar las hojas desparramadas.

El demonio sintió algo frio recorrer su espalda. Había olvidado algo demasiado importante…

-¡Señorito! – exclamó alzando su mano para sostener el brazo del susodicho y elevarlo para que lo mirara

El médico lo observó dudoso y sin hacer ningún movimiento bruco habló

-Disculpe… ¿Lo conozco?... – cuestionó enarcando una ceja.

La respiración de pronto abandonó al demonio quién soltó sin más la mano del Austriaco. ¿Lo conozco?. ¿Lo conozco? ¿Lo conozco?

Aquellas palabras se repetían como una grabadora en su mente. No era posible, no había palabras, no había formas para describir el desconcierto.

Se quedo un momento inmutable, sólo sus ojos seguían con cierta confusión los movimientos del médico quién ya había reunido casi todas las hojas y se ponía de pie.

Apretando los dientes, Gilbert podía jurar que algo no calzaba, que había algo que no había considerado en todo aquello…

“Geruman”

Sobresaltándose un poco ante aquel recuerdo revelador, se incorporó encontrándose de nuevo con la mirada esta vez algo insegura del Austriaco.

-Di- disculpe… - murmuró haciendo una leve reverencia con la cabeza para luego quedarse observándolo – Tengo la impresión de haberlo visto antes… ¿Nos conocemos?
Los ojos rojos brillaron con expectativa.

-No, no, creo que me estas confundiendo – murmuró esta vez tomando con delicadeza la mano del médico y besándola – Lo siento yo también por lo despistado.

//

Roderich solo se permitió ser sorprendido por un mísero segundo, seguido de ello se soltó de la mano ajena y dando un paso atrás se alejó.

Se sentía extraño… aquellos ojos, aquella sonrisa, había algo en aquella persona que le hacia dar vueltas en su cabeza… como si lo conociera, como si esa no fuera la primera vez que lo había visto…

El Austriaco disminuyó el paso y suspiró. Su corazón latía irregular y podía jurar que sus mejillas ardían. Por un momento, algo que creía imposible había sucedido. Lo había olvidado todo… Su puesto como médico, las mil tareas que tenía que hacer, los días, las horas, por un segundo no hubo nada más en el universo…

Sacudió la cabeza y entrecerró los ojos… Debía estar cansado, esa era la única explicación…

“Señorito”

¿Por qué lo había dicho así? ¡Por que sentía ese término tan suyo?

_________-_______

Espero que hayan entendido ._. jaja xd
Quiero mandarle un saludo a todos los que me leen y me hacen seguir escribiendo y siendo feliz c: 
Os amo!

4 comentarios:

  1. wigfwabfjkasbfuiasbwq
    DIOS!!!! amé esa foto
    y a Matt... y a Alfred...
    y eso :3

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  2. Lo tuve que leer como tres veces pa' cachar la onda, pero nada que no se pueda comprender :B

    Te ami <3

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  3. Tonta XD no me pidas perdón, si la lerda lenta soy yo <3
    Me gusta mucho (:

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