jueves, 21 de julio de 2011

Reinless


Notas de la autora: asdasd Faltas de ortografia mueran :c piu piu :c 

Capitulo 13


Arthur junto a Ludwig se adentraron en la gran mansión del joven americano, guiados por el mayordomo, y más atrás, con un paso lento los seguía el menor.

El lugar tenía un ambiente algo frio y desolado. Una casa tan grande para tan pocas personas no quedaba muy bien.

El Mayordomo, le recibió los abrigos a los recién llegados y luego hizo un ademán con la cabeza queriendo saber la razón por la cual estos habían insistido en conversar con él.

-Eh, ¿Le parece si usted y yo vamos a conversar a otra parte? – Ludwig hizo un movimiento con su mano a Arthur, dándole a entender que este debía quedarse con el muchacho mientras tanto.

Claro, aquella orden no le había gustado para nada al británico, pero sabía bien que esa no era la situación indicada para quejarse. Este, saliendo de sus pensamientos, vio como el muchacho caminaba sin prestarles atención a los demás.

-Hey, ¡Espera!

Arthur, bastante molesto con la situación fue en la siga del rubio que parecía no prestarle atención. Sabía muy bien que él era la persona menos indicada para esa situación. No tenía la capacidad de sentir lástima y menos esos sentimientos de querer entregarle aquel cariño del cual era carente el joven.

Sintió un escalofrío de tan solo imaginarse en esa situación. Pero en cambio, de una u otra manera necesitaba explicarle a ese niño de una forma que no incluyera el conocimiento de demonios y conspiraciones que su protección era necesaria, que aunque en aquel momento sintiera que su vida no tenía sentido, estaba equivocado, ya que era sumamente importante.

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- No creí que tardaríamos tanto, necesito que te apresures, si tenemos suerte podremos tomar el avión. – Dijo de corrido un francés, al conductor mientras un muchacho a su lado lo observaba con cierta timidez.

-No te preocupes pequeño… - Francis puso su mano en la cabeza del joven y revolvió sus cabellos – todo saldrá bien.

Su móvil sonó nuevamente. Este miró el numero y suspirando contestó.

- Je l'ai fait Vash, puedes estar tranquilo

- ¿Lo tienes? ¿Y donde estas ahora? – cuestionó el Suizo

- Vamos en dirección del aeropuerto más cercano… - El francés sonrió divertido- supongo que con todos tus contactos podrás conseguirnos un pasaje une première classe…

- Estoy impresionado, ¿Como lo hiciste?

El francés sonrió y deslizó un de sus mechones rubios detrás de su oreja.

-Me ofende tu impresión mon a mi… Aunque no me gusta mentir, se hacerlo muy bien, y mi nulo conocimiento medico no prohibió que pudiese decir que lo era…

Los ojos del muchacho que se encontraba a su lado e inminentemente escuchaba la conversación, se abrieron con impresión y un gran terror lo embargó.

-¿Co- como? – murmuró el joven titubeando.

Parecía que todo su mundo se había caído en un momento, todo lo que por un momento lo había hecho tan feliz, ahora parecía la peor pesadilla.

-tengo que cortarte Vash…

-Ten cuidado… y por sobre todo Francis. Protege al ángel.

Y la llamada fue cortada.

Francis guardó el móvil en su bolsillo y se encontró con el joven apegado a la puerta mirándolo con pena y desconfianza.

El mayor sabía que pasaría por eso, y debía calmar la situación, al menos hasta que llegaran a Japón.

- Escúchame Matt, aunque no lo creas… esto es por tu bien… - murmuró el rubio hablando con lentitud

-No, no hable como si me conociera! – expulsó el muchacho como si hubiese necesitado mucho esfuerzo para llegar a ese tono de voz, seguido de ellos entrecerró sus ojos y abrazó con fuerza su peluche.

-No voy a hacerte daño matt… lo que quiero es protegerte…

-Se-señor… -lo interrumpió el conductor levantando su mano

-¿Qué pasa? – cuestionó el francés molesto por la interrupción.

-Hay alguien de pié en medio de la vía… - respondió este disminuyendo la velocidad y apuntando con el dedo.

En efecto, el mayor pudo divisar a unos metros a alguien de pie, con un atuendo verde y si sus ojos no lo engañaban con una especie de sonrisa en sus labios y un poco más cerca pudo ver como este personaje levantaba su mano y apuntaba con su dedo el auto que se dirigía a el.

-¡Mierda! – Francis con un movimiento rápido agachó con su mano la cabeza del joven y con una patada rompió el vidrio del asiento trasero, seguido de ello tomó en sus brazos al muchacho y saltó del auto

Seguido de ello una explosión alcanzó la delantera del auto haciendo que este se desviara del camino y segundos después explotara por completo.

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-Eeh… - Arthur siguió en silencio al muchacho, este se dirigió a su habitación y dejó la puerta abierta, sabiendo que el británico iba tras el.

El mayor se impresionó con aquella habitación. Aquel  tenía todo lo que cualquier joven de su edad quisiera tener. Una gran pantalla con todos los juegos y películas que podrían existir, en la pared cercana a su cama (en la que perfectamente cabian 5 personas) habían cuadros y fotos con muchas celebridades.

Arthur avanzó algo tembloroso y en el suelo habían balones de fútbol y basketboll autografiados por importantes jugadores. Era como un departamento implementado para todo. En un lugar  tan apartado había un refrigerador y unos grandes sillones.

Cercano a la puerta de lo que probablemente era el baño había un cuadro enorme pintado por quien sabe que renombrado artista en el que Alfred sostenía su balón de basket y sonreía junto a  sus padres.

Aquella imagen hizo al británico recordar la verdadera razón por la cual estaba ahí. Seguido de ello pudo distinguir al muchacho que se había desprendido de su chaqueta negra y ahora  intentaba desatar su corbata sin mucho éxito.

-Dejame a mi – Arthur detuvo las alborotadoras manos del joven y con cierto conocimiento (del cual no se jactaba, un gentleman debía nacer con ello)  desató la corbata con facilidad.

- No las usas muy seguido – afirmó intentando desacer el molesto silencio en cual lo apresaba el joven.

Alfred se mantuvo en silencio unos segundos y luego de negar con la cabeza se dio vuelta en dirección a la nevera.

-¿Quieres beber algo? – cuestionó abriendo el blanco compartimiento.

Arthur intentó recordar la edad del chico con el que hablaba. 16 años es lo que había leído en el informe pero el porte, y la contextura que tenia lo había hecho olvidarlo. Por lo mismo cuando este le ofreció “algo de beber” se cuestionó si eso tendría “grados de alcohol” lo que en cierto modo no le molestaba.
Seguido de ello salió de sus pensamientos y una lata de una bebida norteamericana aterrizó en sus manos.

“já, es un bebe” se dijo el mayor sonriendo ante la estúpida suposición anterior.

-Gra- gracias… -murmuró, por simple cortesía. No estaba seguro si viviría después de beber aquella bebida producida por los personajes más detestados de su mundo.

Alfred, después de abrir la lata y beber un sorbo se sentó en uno de sus sillones y con cierto gesto invitó al ingles a hacer lo mismo.

El británico asintió y se sentó algo alejado.

-No tienes que estar aquí si no quieres… Este lugar te debe traer muchos recuerdos… - Arthur dijo observando la pintura a su costado.

- ¿Y a donde más puedo ir?

-¡A donde sea! – resopló el británico con cierto tono burlón – tienes dinero. Lo que te abre las puertas a un sinfín de probabilidades.

Una tenue sonrisa se dibujó en los labios del menor, que aún mantenía su mirada en el piso. Arthur se sorprendió “50 puntos menos por fraternizar y hacer reir al enemigo”

Espera, no es mi enemigo… Bueno es estadounidense… pero cuando no habla y deja en evidencia su cavernícola realidad puedo omitirlo… pensó el mayor

-No… no se tu nombre… - murmuró el joven levantando la vista y haciendo salir al ingles de sus inapropiados pensamientos.

- Oh lo siento. Mi nombre es Arthur Kirkland.

-Supongo que sabes el mio…

El mayor rodeó los ojos.

- Jones… ¿Algo así no?

El muchacho se sorprendió. Al principio había asumido que esa visita era como las miles que había tenido. Gente que quería adularlo y así poder obtener parte de su enorme riqueza. En cambio, el extraño pero familiar comportamiento de aquella persona lo hacia sentir bastante tranquilo.

-¡Alfred! ¡Me llamo Alfred! – dijo esta vez con un tono de voz más encendido lo que de por si sorprendió aun más al mayor.

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Ludwig siguió al mayordomo hasta la gran cocina del aquella mansión.

-No tenemos mucho tiempo, iré al grano… - sentenció el Alemán y no es que razones ajenas a la misión lo estuvieran rondando

El mayordomo enarcó una ceja ante aquellas palabras.

- Mi nombre es Ludwig  y pertenezco a la policía de investigaciones japonesas – El rubio mostró una perfecta identificación.

Y agradecía el poder burocrático que tenía Axis capaz de entregarle una y no ser acusado de fraude.

El anciano abrió los ojos con impresión.

-Y por que la policía de investigaciones querría venir a hablar conmigo?

-Tenemos razones para creer que una buscada red de ladrones de alto rango anda detrás del hijo de los Jones.

El mayordomo se tardó en articular palabras

-¿Có-Como?

-Así es… y si usted aprecia la vida de este niño… le sugiero que haga lo que voy a pedirle…

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Entre abrió un poco sus ojos y no pudo distinguir mucho. Le dolía un poco su cabeza y se sentía algo mareado. Algo retumbaba cercano a él, pero no podía distinguir qué tanto, y podía sentir algo muy cálido en su espalda, lo que bloqueaba cualquier movimiento.

-¿Es- estas bien Matt? – pudo reconocer aquella voz cercana, incluso el calor de aquellos labios lo alcanzó y le provocó un escalofrío.

Intentó recuperar la conciencia y al abrir por completo sus ojos distinguieron aquello que retumbaba. Era el corazón del francés, era su pecho y sus manos que lo abrazaban y lo habían hecho amortiguar la caída de aquel auto.

¿Caída del auto?. ¿Por qué había sucedido aquello?

El joven intentó apartarse del Francés y pudo ver a lo lejos el auto destruido por completo.

¿Qué… que estaba pasando?

Unos pasos lo hicieron salir de sus pensamientos. A unos metros dos personas se acercaban con lentitud.

- Valla que misión más fácil ¿No crees Toris? – habló uno de los seres con cierta arrogancia

-Eh… si… supongo…- respondió el otro con una postura algo preocupada.

El canadiense iba a gritar pero francis con rapidez tapó su boca y le susurró con extrema tranquilidad unas palabras

Seguido de ello el mayor se puso de pié y disparó un arma que había sacado de su pantalón.

Ambos demonios esquivaron los disparos y se hicieron hacia atrás.

-¡Ahaha! Si tuvieras un mínimo amor por tu vida, no hubieras hecho eso – el demonio de cabello rubio cambió de forma dejando ver su  larga cola en forma de flecha y sus cuernos.

“Mierda”

Francis cargó su arma, pero ante aquella acción apartó al muchacho y justo en medio de ambos había aparecido el demonio de cabello rubio. El francés dio un paso atrás y con mucho vuelo le dio una patada que hizo al enemigo apartarse y volver a situarse unos metros atrás.

-Eres rápido… - dijo este palpando su brazo, con el cual había bloqueado el golpe del humano.

- me siento profundamente alagado… - respondió el cazador sacándose su chaqueta negra y desabrochando el primer botón, tomando una postura en la que incluía el uso de su arma.

El joven de cabellos rubios se encontraba perplejo por la velocidad y por la imagen de aquel ser que parecía volar y moverse de manera inhumana.

- Huye… -murmuró el francés al menor poniendo una extraña bala en su revólver y disparando al cielo. Y en cuestión de segundo el lugar se había llenado de humo.

El muchacho sin comprender comenzó a correr y a recordar las palabras que le había dicho el mayor cuando estaba en el suelo. “Huye al bosque cuando te de la señal, y quédate ahí, hasta que yo vuelva por ti “

¿Cómo podía confiar en algo como eso?

- No me vas a engañar con algo como eso, humano! – El demonio con una gran velocidad se adentró en la densa capa de humo buscando al muchacho

- No tan rápido – un disparo en el momento preciso rozó el brazo del demonio quién se detuvo y comenzó a reírse.

- Esta bien bastardo, voy a matarte si es lo que tanto deseas…

-Adelante…

Francis necesitaba todo el tiempo que pudiera obtener para que le chico estuviese a salvo. No quería morir… Pero si era necesario…

Un golpe en su estomago lo hizo retorcerse pero ante aquella  cercanía alcanzó a reaccionar y a tomar el brazo del rubio, haciendo un movimiento con su peso lo golpeó contra el suelo y  dio varios disparos en su pecho.

- ¡Fe- Feliks! – el de cabello castaño iba a avanzar pero de pronto el recién nombrado se encontraba frente a él nuevamente.

 Pero esta vez sus cabellos rubios algo desordenados, de sus labios escurriendo sangre y en su pecho los orificios abiertos donde habían entrado las balas.

-To-toris..

El de cabello castaños impresionado con sus dedos temblorosos desabrochó parte de su camisa dejando su cuello desnudo.

-Hazlo… - murmuró entrecerrando sus ojos. –¡Rápido!

Y tal como lo pronunció el demonio de cabellos rubios acercó sus labios al cuello desnudo y mordiéndolo comenzó a beber la sangre de su compañero.

-Ah..ah… - la respiración de Toris se volvió jadeante. Pero a pesar de eso se sentía aliviado.

Rápidamente el demonio rubio lo soltó y este cayó al suelo entrecerrando los ojos.

Los labios de Feliks tiritaron extasiados, seguido de ello se volvió hasta el francés que se encontraba perplejo por la situación y lo miró sonriente.

Sabia que la mayoría de los demonios tenían una especie de “habilidad especial” un ejemplo era la rápida capacidad de sanación que tenía Antonio, superior a la de cualquier demonio conocido… pero un demonio que cuya sangre podía curar las heridas de otro era algo de otro mundo. Y por su puesto una desventaja infinita en aquella situación.

- Estoy… muy… molesto… - dijo entre largas pausas el rubio, y seguido de ello una enorme aura asesina lo rodeó y su mano derecha de pronto se convirtió una gran garra. – y vas a pagarlo…

Francis entrecerró sus ojos y con sus manos algo temblorosas apuntó al demonio que ahora comenzaba a aproximarse.

Dio muchos disparos, todos los que su arma le permitió, y hasta podría jurar que muchos dieron en el blanco, pero aquello no detuvo al mounstro que con toda su ira se aproximó propinándole un ataque certero con esa garra en su pecho.

El tiempo pareció detenerse, no sentía muchas cosas. Cuando el mounstro retiró aquella garra de su cuerpo, una especie de líquido frio pareció manchar su ropa, pero su vista comenzaba a fallarle y no quería desperdiciarla viendo como aquella prenda de modista francés era manchada con sangre.

Se giró hacia donde había huido el muchacho y pudo distinguirlo observando todo, a unos metros, escondido detrás de un árbol.

Intentó modular con sus labios que escapara, que fuese como fuese no regresara a el. Pero perdía la conciencia, la voz, todo… lo último que pudo distinguir eran los pies del muchacho acercándose a el.

-¡No!… ¡NO! – El canadiense por primera vez había actuado por decisión propia. Siempre obedecía, siempre cumplía… pero ver caer a la persona que lo había protegido… no podía huir como un cobarde y dejarlo ahí. Quizás morir fuera una opción pero no sería un cobarde.

El demonio volvió a donde su acompañante y arrancando una tira de su ropa presionó la herida que el mismo había provocado en el cuello ajeno.

- Se- Señor Francis… - murmuró el muchacho una vez frente al cuerpo del mayor. Sus piernas flaquearon y sus manos tiritando rozaron la mejilla del francés.

-Ma- Matt… perdóname… - una de las manos del herido se elevó hasta las mejillas del niño y rozando una de las lágrimas volvió a caer desplomándose en su costado.

-¡No, no! ¡Por favor resista!

-Huye… matt… Huye lo más lejos que puedas…

Las lágrimas aumentaron y comenzaron a caer en el rostro ajeno. El muchacho sentía un calor envolver su cuerpo y una enorme presión en su espalda.

- Fe- Feliks – murmuró el demonio de cabello castaño – mira…

Este le apuntó justo donde se encontraba el cuerpo del humano y pudo distinguir como una especie de aura blanca se empezaba a formar alrededor del niño.

- Que… Qué es eso… - dijo con lentitud el demonio de cabellos rubios poniéndose de pie.

Pequeñas piedrecillas comenzaron a elevarse y una extraña brisa empezó a arrastrar todo a su paso.

El muchacho comenzó a sentir un calor que lo envolvía pero que esta vez lo quemaba.

-¡Ah! ¡Ahhhg! – abrazó sus hombros sintiendo como algo en su espalda comenzaba a desprenderse.

-¿Que… que es eso? – volvió a cuestionar el demonio abrumado por la enorme cantidad de energía que liberaba ese muchacho. Ambos levantaron sus brazos para tapar sus ojos por la gran luz que había invadido el lugar y entre los destellos pudieron diferenciar el cuerpo del joven y las enormes alas blancas que emergían de su espalda.

Un terror infernal gobernó a ambos demonios, aquella fuerza, aquella extraña aura que provenía de aquel niño, era algo de lo cual sabían que no querían hacer frente.

Los ojos del niño cambiaron tornándose de un extraño gris, y todo aquel dolor y estremecimiento había desaparecido, el miedo había menguado reemplazado por una enorme sensación de paz y valentía. Estaba él y aquella mancha que debía borrar, aquello que nunca debió llegar a este mundo.

Con cierta ligereza a la cual se estaba adaptando se puso de pie y  las alas se extendieron como si se quisiesen liberar aún más de aquella prisión en su espalda. La luz que emanaba de su cuerpo, provocaba que los dos demonios a metros del no pudieran distinguir con claridad.

- Fe-Feliks… - el castaño tomó la mano del demonio junto a el y se puso de pie – Te-tengo miedo…

La presión en el lugar comenzó a aumentar lo que provocó en el rubio un cierto desacierto.

- Vamonos de aquí… - dijo este tomando ambas manos del castaño haciendo que este lo mirara

- Pero… Rusia-san dijo que…

- No te hagas! Me vale lo que diga Ivan! – Feliks abrazó con fuerza a Toris – No voy a arriesgarme a perderte.

Y diciendo eso ambos desaparecieron del lugar, no dejando rastro de aquello.

-Ah..- En tanto poco a poco los poderes del muchacho comenzaron a menguar volviendo a la normalidad, haciendo de paso que reaccionara y recordara el ahora verdadero problema…

-¡Se- Señor Francis! – exclamó el canadiense arrojándose al piso de nuevo posando su oído en el pecho del mayor.

Sus latidos eran lentos, casi inaudibles y estaban a kilómetros del hospital más cercano.

El muchacho con sus manos temblorosas desabrochó la camisa del mayor y una vez dejando pecho desnudo se arrancó parte de su ropa para detener la enorme hemorragia.

-Que hago… que hago… que hago…- se repetía intentando encontrar una idea, su corazón latía con furia y sentía un extraño sonido retumbar sus oídos.

No estaba prestando atención a su alrededor, y a juzgar por lo inoportuno que podría ser sólo creía que aquel sonido era parte de su imaginación. Cosa que fue descartando a medida que poco a poco el sonido iba haciéndose más intenso, hasta abarcar por completo todo su alrededor.

-Alejese del cuerpo, tenemos todo controlado

El Canadiense levantó la vista al cielo y un enorme helicóptero estaba cercano de aterrizar en el lugar.

Impresionado observó el cuerpo del mayor y pudo comprender.

Nunca había actuado por que sí, todo lo había hecho planeando su bienestar, y nada quedaba más claro, que aferrado a la mano del mayor estaba su móvil con su dedo justo en el botón de marcado.

El muchacho tapó su boca y un llanto abrupto lo envolvió, mientras hombres se acercaban y comenzaban a hacer más desconocido el futuro de aquella situación.

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Chan chan! 
estoy segura que quieren matarme :c pk me  tardo harto y bla bla :c y estoy segura qye tengo muchas notas respecto a este y los siguientes capitulos pero hara es tardisimo y no las recuerdo xd 
Mañana corrigo y les informo xd
Os amooooo to much! c:
Y graaaaaaacias por leerme xd incluso, a quienes no conozco y bla bla xD Gracias c:



3 comentarios:

  1. Matt!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ternuritaaaaaaaa!!!!
    dios, amo lo bruto que puede ser Arthur, es el mejor! xD
    actualiza mas rapido ¬¬

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  2. Puta Belén, por qué mierdi me haces llorar? TT_TT
    Pobrecito Matt... u.u

    Y omitiré mis comentarios con respecto al Inglés :B xddddd

    ACTUALIZA LUEGO MIERDA!

    Eso <3 xd

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  3. afdasdfasdfasdf 0 aporte Lituania igual xD en fin buen fic (Y) me diste ideas para seguir

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