martes, 1 de noviembre de 2011

Reinless

Notas de la autora: Reviví y luego mori y luego reviví nuevamente y esa es la historia por que no habia publicado (?) Fin.
Ok, les dejo el cap, perdonen y seguramente ya se olvidaron de todo el fic y eso es muy triste para mi y para todos mis amigos imaginarios :c 
Os amo y no hice correcciones asi que golpeenme *-* 

Capitulo 16 




El  joven Canadiense tomó asiento en el lugar que los guardaespaldas le indicaron. Observaba todo con gran asombro, nunca había subido a un avión. Sus padres eran gente de campo y por lo tanto cosas como aquellas eran un sueño para él.

Se agitó al ver la figura del Frances acercarse, se sentía a salvo junto a él, más que con todo ese grupo de hombres desconocidos, más que con todas esas palabras de aliento que le dieron mientras el mayor estaba en urgencias.

No, no era comparable…

- Mathii, te veo algo nervioso… ¿Nunca has viajado en avión? – cuestionó el mayor acomodándose en el asiento junto a él.

El muchacho rápidamente negó con la cabeza y apretó el gran oso de felpa.

-Oh lalala! Mi lindo Mathii yo voy a protegerte de todo! –exclamó el francés en respuesta de la dulce acción del menor.

-Se-señor basta… - dijo tocándole el hombro uno de los guardias al Frances.

El mayor pudo deducirlo al instante, eran sus heridas de las cuales todos sabían menos Matthew, las que podían abrirse si hacia movimientos muy bruscos.

Francis se apartó con lentitud y con su mano revolvió los cabellos oro del joven.

Se mantuvo pensativo un buen rato. Sabía que el muchacho junto a él buscaba respuestas a los hechos ocurridos ese día. El no se merecía la incertidumbre, ni tampoco la gran cantidad de mentiras que habían utilizado para atraerlo a aquella situación.

Probablemente, (y el francés lo tenía bastante claro) necesitaba acabar con aquel rollo de mentiras y comenzar a hablar con la verdad, ya que aquellos estaba condicionado a la confianza que fuera a sostener el muchacho con el de ahora en adelante.

“A la mierda Vash…” – se dijo con cierta agradable libertad, para luego mirar al menor  y apartar uno de sus cabellos.

- Mathew… voy a contarte todo…
____________-____________

Antonio Fernández Carriedo tenía más años de los que estaba dispuesto a admitir, un pasado quizás algo escabroso pero un futuro brillante y excepcionalmente eterno (no todos podían darse el lujo de decir aquello). También tenía una increíble fuerza y capacidad innata que lo hacía generar respeto entre sus pares.

Hasta ahí, si vida podría ser considerada casi perfecta, si no fuera por el pequeño pero muy importante detalle de quién ahora le estaba haciendo cuestionarse un millón de cosas.

Antonio, el gran demonio de cabellos castaños estaba total y profundamente enamorado.

-No está, no está, no está! Le dije! Y te lo dije a ti! Imbécil! Estoy seguro que debe ser tu culpa, no sé cómo! Pero TU debes tener la culpa! No está por ningún lado! El no sabe cuidarse solo! TIENES QUE HACER ALGO ANTONIO

Su problema no era estar enamorado, el verdadero inconveniente era DE QUIEN.

El mayor terminó de picar los tomates que hace un rato había estado pelando y con tranquilidad levantó la vista al joven que se encontraba de un lado a otro caminando sin detenerse.

- Lovi, si usaras conectores y me hablaras con claridad yo podría entenderte – se aguantó las enormes ganas que tenía de hacerle una mueca de burla.

El muchacho se detuvo en seco y lo escruto casi asesinándolo y cortándolo en picadillos con la mirada.

-¡No está!, ¡No está en ningún lado! – afirmó esta vez  apretando los puños.

-  ¿Quién?

El italiano frunció el ceño

-¿Acaso no me escuchaste? ¡Italia!, Estoy hablando de Italia!

Ehh, Lovi… - El español tomó un paño y se limpió sus dedos – ¿Realmente estas preocupado por eso?, se te olvida que Italia es un demonio, igual que tú…

-¡No, no es igual que yo! – Le interrumpió el menor para luego bajar un poco el tono de voz – El.. es estúpido… y torpe…

Antonio enarcó una ceja y se cuestionó si aquel comentario debía considerarlo una ofensa o una brillante defensa a su pariente.

-Realmente…  debes amarlo mucho… para estar preocupado de esa manera… - asumió sintiendo una gran ternura por los entristecidos ojos de su amante.

El joven al instante se sonrojó y negó con la cabeza.

- ¿A-amarlo? – titubeó atropellando las palabras en su boca – ¡No! ¡No te confundas! El es estúpido y se puede meter en problemas… es solo eso! – finalizó girándose dándole la espalda al mayor.

Antonio iba a decir algo pero el menor se le adelantó

-Vo- voy a salir a buscarlo –murmuró casi con un hilillo de voz.

Con lo que no contó el joven es que en un segundo, junto a él se deslizaron como una melodía las palabras del español.

-Voy a acompañarte – murmuró este en su oído, lanzando el paño lejos.

El muchacho lo apartó molesto mientras una risa sonora se dejaba escuchar en aquel sitio.

__________-__________

Los pasillos de aquella enorme mansión parecían más oscuros de lo normal, más tristes, más desolados. Se adentró entre ellos, su mirada iba perdida en un par de recuerdos dolorosos que lo atormentaban desde el día anterior.

Necesitaba respuestas y caminaba en dirección del único ser que podía dárselas. No quería tener que hablar de aquello con él, desde el principio se había prometido no darle razones para destruirlo. Pero no había nadie más.

Se detuvo frente a la gran puerta de caoba y la abrió sin hacer uso de mucha fuerza. Al hacerlo un poco de luz entró por las cortinas de aquella morada

La habitación tenía una cama en la cual se encontraba aquel ser que el demonio mayor siempre protegía y traía a su lado. Sus largos cabellos negros cubrían parte de su rostro y su cuerpo se encontraba inerte.

El demonio de ojos rojos caminó unos pasos y se topó con quién buscaba.

Los pies del demonio Ruso se movieron casi como si se deslizaran hasta la orilla de la cama y se sentó

- ¿Qué haces aquí Gilb-chan? – su voz tenía la misma dulzura que utilizaba cuando quería convencerlo de algo.

El aludido se encamino dentro de la habitación y se dejó caer sobre un gran sillón de cuerpo negro a unos metros del mayor.

-Lo vi… - murmuró con un tono de voz bajísimo

Los ojos del ruso se abrieron con una inocente impresión.

-¿A quién Gilb-chan? ¿A quién viste? – preguntó con un tono de voz risible.

El menor dejó escapar un suspiro y habló.

-Rode…

Sintió una punzada en su pecho al dejar escapar aquel nombre después de muchísimo tiempo.

-Oh, ¡Qué lindo! ¡El reencuentro con tu gran amor del pasado! Gilb-chan! Deberías estar feliz – dijo lo ultimo afilando la mirada.

El menor sabia que el maldito demonio lo hacía para burlarse, estaba claro que sabía lo que ocurriría y el muy bastardo lo había dejado ir a aquel nefasto encuentro.

Se levantó con furia y golpeó la pared

-¡No te hagas el listo conmigo! – exclamó para luego apretar sus puños en un intento fallido de calmar sus ánimos

-Oh, ¿Que paso Gilb-chan? ¿No me digas que tu lindo Rode, te rechazó? Pobresillo… los humanos nunca han sido gente de confianza…

El mayor llevó un dedo a su mejilla e hizo un gesto ingenuo con la mano.

Los ojos afilados del demonio de ojos rojos se posaron esta vez en el mayor.

-Que fue lo que hiciste… - dijo con un tono de voz amenazante.

-¿Yo? – Cuestionó llevando un dedo a su rostro para luego sonreír sin alterarse – ¿Realmente crees que yo hice algo?

-¡Pues quién más!, quién más pudo haber hecho algo… como eso… -finalizo lo ultimo con lentitud como si una idea de pronto lo hubiese atacado de improvisto.

-Así es Gil… piensa bien… yo no soy el único demonio al cual le debes tu inmortalidad- la mirada del ruso había pasado de ser dulce a una mirada afilada y casi enigmática.

Los ojos rojos se perdierom en el suelo, pero no lo observaban, había muchísimos recuerdos que intentaba atar para encontrarle sentido a las palabras del mayor.

-Yo se que sabes quién fue, yo se que lo has nombrado. Es un bastardo porque eso somos los demonios… unos bastardos – espetó con extrema fiereza el mayor

Gilbert no alcanzó a escuchar lo último, toda aquella revolución en su cabeza lo había hecho actuar sin pensarlo y en cosa de segundos ya había salido de aquella enorme mansión y estaba moviéndose entre los grandes árboles del lugar.

Sabia, sabía quién era y sabía exactamente lo que había hecho. Él lo había visto, lo había visto antes.

- ¡No!, ¡No!, ¡No! – iba gritando sin mirar al frente. Era su instinto, su nula capacidad de razón la que lo guiaban.

Hasta que después de unos largos minutos se detuvo. Había olvidado la hora, estaba amaneciendo y nadie caminaba por aquella calle, pronto noto que era  la entrada de un pasaje antiguo pero de grandes y sublimes construcciones.

Y lo vio, como por arte de algún maleficio útil, asomarse por el pequeño balcón del tercer piso, se estaba poniendo la camisa con la que iría al hospital para el cual trabajaba. Se imaginaba a Roderich son su uniforme de médico atendiendo a los más desposeídos. Se imaginaba incluso el gesto que hacía con sus cejas cuando anotaba un dato importante en su libreta.

Como si todos esos años no hubiesen pasado.

Y no fue necesario pensarlo ni analizarlo (sus decisiones eran demasiado awesome como para ser juzgadas) así que en cosa de segundos sus pies (casi por inercia) terminaron dentro de la habitación del Austriaco quién tarareaba una canción y aún no se daba cuenta de la presencia ajena.

-¡Se- Señorito! – exclamó el demonio de cabellos grises mientras la brisa de aquel temprano amanecer mecía sus cabellos.

El aludido se giró con extrema rapidez y dio varios pasos hacia atrás.

-¿Quie- Quien es usted?

-Señorito, ¡Soy yo! Gilbert… ¿No me recuerdas? – dijo esta vez con un tono de voz más bajo notando la inseguridad del castaño

-¡¿Como entró aquí?! – Emitió con vacilación Roderich mientras con extrema cautela movía sus manos tras su espalda buscando algo con que defenderse.

Claro, que no contaba que aquel demonio era muy rápido y en cosa de un segundo sus manos se hallaban sobre los hombros del Austriaco, zamarreándolo.

-¡Basta! – Exclamó  apartándolo con fuerza el Austriaco – ¡No se mueva! – dijo seguido de ello levantando un arma que había logrado sacar de uno de los cajones donde sus manos habían divagado.

El demonio se mantuvo quieto e inclinó un poco su mirada que ahora no parecía tan completa y profundamente desolada.

-Señorito…  - reiteró esta vez con una sonrisa terca e incluso burlesca. Se había aventurado a avanzar (siempre con cautela) al notar en el rostro ajeno la brillante duda del desconcierto.

“Puedes bloquear todos los recuerdos que quieras, pero nunca borrarlos, el recuerdo y la idea son los parásitos más grandes que existen en la mente humana”

-¡No, no se acerque más! Voy a disparar – exclamó el Austriaco agitando el arma y volviéndola a apuntar directo a la frente del demonio.

Gilbert se sorprendió, había una estrepitosa e increíble capacidad de defensa que sólo pudo haberla adquirido de la experiencia. Pero Roderich era un médico. ¿Por qué tendría que saber de armas?

Sus pasos ligeros como plumas seguían disminuyendo la distancia de ambos haciendo el aire más denso y los latidos cada vez más audibles.

Roderich había perdido el habla y sus manos sosteniendo el arma eran la respuesta menos convincente que podría haber dado en su defensa. No iba a disparar, lo sabía y sabia que la persona frente a él lo tenía incluso más claro. Pero no podía moverse. Era como si cuerpo se hubiese adormecido y sólo funcionara con escandalosa efusión su corazón, golpeándolo y su mente trayendo a él un confuso arsenal de imágenes sin principio ni fin.

-¿Quie-Quien eres tu…? – expulsó cuando ya la distancia entre ambos era mínima, mientras sus manos caían a sus costados dejando el arma golpear el suelo.

Gilbert levantó ambas de sus manos y con extrema delicadeza sostuvo el rostro ajeno.  No había olvidado el olor del médico ni tampoco la placentera sensación que causaba el contacto con su piel. Se sentía completo

-ah-ah

aferrado contra las calientes mejillas del médico, sentía los latidos del corazón muy fuertes, retumbando en su cabeza. Cerró los ojos, tratando de calmarse, pero estaba sudando frío y sentía que el corazón le iba a explotar. Levantó la mirada y vio al Austriaco inclinado sobre él, como si quisiese decirle algo, haciendo el intento con sus labios entre abiertos de decir algo importante, hablándole, pero no lo llegaba a escuchar, agarró el borde del cuello de la camisa a medio poner y lo besó.

Los labios entre abiertos recibieron aquel beso demandante y no hicieron más que corresponder con cierto ademán torpe y ansioso. Sus manos se recorrían con un aturdido discontinuo movimiento a través de sus cuerpos, sus cabellos, su humanidad completa delineada en un segundo.  

- Ah- Y pronto el demonio de ojos rojos pudo sentir como los labios ajenos se apartaban y aquellas manos que hace unos segundos lo tocaban ahora caían con ligereza.

El Austriaco se habría desplomado en el suelo si no hubiese sido por el rápido actuar del demonio que lo sostuvo y lo dejó apoyado sobre el sillón más cercano.

Y en aquel momento, en que veía al médico entre dormitar y evocar  un sueño que el no podía comprender, supo que debía buscar la manera de traer de vuelta los recuerdos del Austriaco. No importaba como, ni donde pero juraba por la estúpida maldición de ser demonio que no iba descansar hasta traerlo de vuelta.

Gilbert con una reacción casi dotada tomó su móvil y marcó.

- Vas a decirme quién puede ayudarme Ivan. Y  créeme que aquel awesome comentario no fue una pregunta.

__________-____________

Se sentía bastante bien, había dejado de oír el ruido a su alrededor y se encontraba más bien en un estado semi-inconciente. Había dormido un buen rato y olvidarse de las cosas no era algo que hiciese muy seguido (y que a juzgar por esa sensación debía comenzar a ponerlo en práctica). También un agradable olor había contribuido a su inactividad momentánea. Intentaba traer a su mente el significado del aquel aroma.

Era algo dulce pero con una cierta mezcla de piel, se parecía al de alguien, o algo quizás…

Entre-abrió sus ojos con desgano y la tenue luz lo apoyó en el intento de distinguir (y de paso recordar) donde se encontraba. El sutil sonido de las turbinas trajo con frialdad el recuerdo que viajaba a Japón y que no debería bajo ningún pretexto estar perdiendo el tiempo como lo estaba haciendo.

Iba a moverse pero sintió un peso sobre su hombro.

Los cabellos cobrizos cayeron tapando un poco los ojos ahora cerrados del menor de los Jones. El muchacho se había dormido y reposaba con cierto apego en el hombro del inglés.

Levantó su mano para apartar aquellos cabellos, el suave tacto acarreaba una sensación parecida a la que tenía antes de salir de su semi-inconciencia.

Y habría seguido acariciando cuando recordó algo importante.

¿Holy shit que mierda?

- ¿Puedes despertar y apartarte de mí por favor? – indicó el Ingles moviendo su hombro con brusquedad.

El menor reaccionó levantando la cabeza y entreabriendo los ojos con desgano, seguido de ello se sacó sus lentes y llevo su dedo índice y pulgar a sus ojos para frotarlos ligeramente.

-  ¿Tienes un problema con la sociedad?, ¿Malos tratos en tu infancia o algo así? – el menor después de frotar sus ojos estiró sus brazos mientras dejaba escapar un sonido como de bostezo.

- Tu falta de educación le hace daño a mis ojos – se limitó a espetar Arthur para luego volver a apoyarse en su asiento.

-Y tu falta de tacto con la gente le hace daño a los míos.

- Lo siento pero los tuyos ya están dañados –aclaró el inglés apuntando los anteojos del menor

- Y al parecer – Alfred llevo su dedo índice a el espacio que se formaba entre ambas cejas del ingles – de tanto fruncir el ceño vas a provocar que se forme un hoyo negro aquí, el cual nos tragará a todos.

- Cállate – fue lo único que expresó el ingles mientras apartaba la mano del menor y giraba el rostro en dirección contraria.

No quería detener a analizar aquel extraño sentimiento. Quería golpearlo, insultarlo, hacer uso de sus más grandes sarcasmos, pero también algo en él quería reírse, sostener su mano y dejar al muy imbécil dormir nuevamente en su hombro.

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Que cuatico esto de tardarme 2 meses en publicar xd Lo siento, de verdad :c
Pero les aseguro que ahora iré más rapido por que de ahora en adelante se pone super cuatico y sangre y pasion y asdasd 
Y bueno, les adelanto que en el siguiente capitulo se viene la historia de Prussia y Austria, el como se conocieron -chan- y por que Austria perdió la memoria -chan- y QUIEN le quitó su memoria -chan- y lo que piensa hacer Prussia para recuperarla -chan- lo que desencadenaraá muchas cosas y la caga maxima
Weon, fue el medio spoiler, soy lo peor :c
Ya corta shao xd 

domingo, 28 de agosto de 2011

Reinless

Notas de la autora: Ok, estas notas SI son importantes, así que pongan atención antes de leer xd Primero debo pedir disculpas por la tardanza, claramente no puedo asegurarles que tan rapido publicaré por que esto de la inspiración no está atado a mis requerimientos xd 
Y segundo, voy a dejar dadas unas especies de tips que agregué antes de leer para que así sea más ameno su entendimiento del fic y de los diálogos. No quiero que me mal interpreten, no estoy dudando de su capacidad de entendimiento ni nada por el estilo, es sólo que me di cuenta que esta seria la mejor forma de generar así un enlace en las historias y así no crear confusión.
Dentro de la historia hay van a existir sólo 3 vinculos o hiper vínculos (como quieran llamarles) el primero es el que he usado siempre que son los guiones bajos y el guion (______-______) que significan que la escena ha sido traslada a otro lugar u otro contexto, el segundo son los ya muy usados flash back que simplemente comienzan con un "Flash back" en cursiva dándole termino con un "Fin flash back" en cursiva también y el tercero y en este pongan atención por que lo agregaré de este capitulo en adelante, serán dos separadores ( // ) que significarán que es la misma escena pero sólo ha cambiado el narrador. Creo que un ejemplo claro es la escena que se encuentra en este capitulo asi que cuando la lean les quedará más claro.
¿Por que hice esto? por que este fic (a diferencia de mucho) hay muchas historias dentro del mismo, por lo que mantener un solo narrador seria algo difícil y bastante fome. Me gustaría actuar de narrador omnisciente completamente y así poder darles la oportunidad de que vean las cosas del punto de vista de muchos personajes. (tomando en cuenta que debo hacer muchos flash back en la historia y para eso es necesario poder moverme por la mente de todos los personajes xd)
Bueno, eso seria, les dejo el capitulo y cualquier preguntita aqui estoy (:


Capitulo 15




Los pasillos del avión eran angostos e incómodos y la estúpida necesidad de que el maldito avión partiera pronto tenía a Arthur con una evidente cara de pocos amigos, sin restar que le molestaba aún más la inexplicable (y muy fuera de lugar) hiperventilación del joven que viajaba con él.

-¿Puedes parar? – dijo haciendo énfasis que había más rastro de mandato que de pregunta en sus palabras.

El joven americano se encontraba conversando con una azafata de lindas facciones y que desde el principio había buscado cualquier excusa para acercársele. Situación que el rubio de ojos cielo parecía no haber notado en lo absoluto.  

-¿De qué hablas? – dijo seguido de una tensa mirada de desconcierto.

Arthur sin prestarle atención a aquella pregunta, se interpuso entre ambos personajes (cosa que hizo a la azafata querer fulminarlo con la mirada) y con su mano tomó el cuello de la camisa del menor y lo arrastró por el pasillo hasta llegar por fin a sus asientos, donde seguido de una molesta mirada de desaprobación lo empujó para que este se sentara.

-Necesito que te quedes tranquilo…-pronunció con rapidez  al ver que la insistente azafata se acercaba nuevamente.

- pero yo…

-Silencio.

Estaba claro, probablemente aquella muchacha venía a exigir alguna clase de explicación por aquel irracional actuar. Y a juzgar por sus ojos, sus lindas piernas y su acento bilingüe cualquier hombre estaría dispuesto a ocupar su tiempo queriéndose disculpar e incluir alguna invitación en su agenda.

Cualquier hombre que no fuera el agradable y condescendiente Arthur Kirkland.

Oiga…- fue lo único que alcanzó a pronunciar la joven antes de que los abrumados labios del británico se movieran con cierto tono severo.

- Escolta de seguridad – anunció sacando una identificación de su bolsillo y casi estampándosela en el rostro a la muchacha – No tiene autorización para acercarse más, le sugiero que se limite a hacer su trabajo. – diciendo eso, guardó la tarjeta con la misma ligereza con que la sacó y se giró a su asiento.

Los ojos de la joven quizás por un obvio sentido común debieron haber brillado de furia se mostraron sorprendidos e incluso mucho más satisfechos con eso. Probablemente su imaginación la había llevado a pensar que aquel guapo chico de ojos azules era una especie de estrella de rock encubierta y ella por azares de la vida había tenido la efímera y quizás única oportunidad de hablar con ella.

La muchacha se apartó sin prestar atención a la severa mirada del ingles y siguió su camino por los pasillos, mientras Alfred levantaba su mano para despedirse con cierta sonrisa ingenua.

- ¿Que parte de no llamar la atención no te entro al cerebro?

Alfred rodó los ojos.

- Solo estaba siendo amable

- Entonces pudiste haberla acompañado al baño también, se nota que eso era lo único que quería.

-No sé de que hablas! ¿Por qué habría de acompañarla al baño?

Arthur puso una mano en su frente. ¿Qué cosas les enseñaban a los niños ricos?, pudo divisar el confuso rostro del menor que este no había notado en lo absoluto las intenciones de esa chica, y que ese “estaba siendo amable” había sido hasta de lo más estúpido y sincero.

-Olvídalo…- suspiró vencido el mayor sacando su móvil del bolsillo y marcando un número, pasaron un par de segundos y la persona al otro lado contestó.

- ¿Cuánto te falta? – preguntó

-Ya terminé de hablar con el encargado del vuelo y el piloto de turno cambió las coordenadas del vuelo, accedieron a no hacer escalas.

-Perfecto – pronunció Arthur – será mejor que partamos pronto.

No había sido un verdadero problema para Ludwig convencer a los funcionarios del Aeropuerto, sólo fueron necesarias un par de llamadas y hacer énfasis en que “Si no se toman las medidas que pedimos pueden ocurrir situaciones desfavorables, de las cuales no estaremos en situación de hacernos cargos”, otro par de llamadas y listo, tenían un vuelo, y en cosa de minutos los pasajeros fueron derivados a otros vuelos dejando solo a unos pocos en ese viaje (se necesitaba tener señuelos en el caso de que hubieran imprevistos). Las escalas fueron canceladas y se tomaría aquel viaje con la disposición que se hacía  en el caso de que alguien muy importante viajara.

Alfred se asomó por la ventana y luego miró al pasillo impaciente.

-¿Cuanto falta? – cuestionó como un niño pequeño.

Arthur no respondió, no le daría el placer de hacerlo sentir un imbécil.

- Aun no entiendo porque estamos en el aeropuerto, pudimos haber viajado en alguno de los jets de mi Padre.

El británico bufó y como si intentara traer a la mesa el hecho de que ya le había explicado aquello habló

- No podemos darnos el lujo de ser predecibles, los dem…- el mayor carraspeó ante el casi error – los hombres que quieren secuestrarte, saben que tu padre tenía jets privados y probablemente esperan que uses uno de ellos para moverte por el país.  

Los ojos azules se quedaron mirando hacia el pasillo y luego volvió su mirada a la ventana sin hacer referencia a las palabras del mayor.

-Me pregunto cómo será Japón… - dijo en un tono de casi ensoñación.

Arthur sabía que no era mucho de entender las reacciones humanas, ni el mismo sabia porque a veces actuaba de la formaba en que lo hacía, pero desde el principio, desde que vio por primera vez al hijo de los Jones, supo que no era alguien normal.

No era darle crédito, al contrario era asumir que su trabajo seria el doble de difícil y la primera prueba fue el haber intentado compartir el dolor de una perdida. No podía, no era ser insensible ni  de pocas emociones, era que simplemente no podía. Al principio pensó que sacarlo de aquel letargo que traía una perdida tan grande sería verdaderamente difícil, pero aquella noche en que Ludwig irrumpió en la habitación del menor y le informó de la situación actual (bañada de necesarias mentiras) no pensó que la reacción del joven sería tan a favor de las circunstancias.

Se esperó negación, sentimientos de miedo, ¿acaso no los sentía? ¿Acaso Alfred no temía por su vida y por las horribles cosas que quisiesen hacerle esos secuestradores?. Aún al mirarlo  no era capaz de encontrar en sus gestos ni sentir esa pizca de realidad que necesitaba acertar.

Quería encontrar miedo… por que el si temía por la vida del menor.

- No te entiendo Alfred…

El británico se arrepintió al descubrir que tendría que volver a lidiar con esos sentimientos desconocidos.

El rubio de ojos azules se giró a prestarle atención al mayor.

- ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Por qué aceptaste venir con nosotros? Porque estas tan tranquilo? ¿Acaso no tienes miedo? Por ti, por tu vida…

Arthur asumió que aquel arrebato de preguntas había sido bastante fuera de lugar y que era aun más destructivo el no oír ninguna clase de respuesta.

-Tu me dijiste… “No tienes que estar aquí si no quieres… Este lugar te debe traer muchos recuerdos” y me di cuenta que tenias razón… - el hijo de los Jones, se detuvo un momento como si quisiese encontrar las palabras indicadas y prosiguió – Tenias razón en todo lo que me dijiste… No podía seguir sufriendo, a mis padres no les gustaría eso… debo seguir adelante… ¡Como sea!

El británico sintió algo arder en su pecho

- Bueno, eres la primera persona que conozco que reacciona tan bien cuando le dicen que un grupo de secuestradores lo está buscando…
Alfred lanzó una carcajada

-¿Te referías a eso? ¡Pues es lo mejor que me ha pasado en la vida! Es como esas películas de acción donde hay un Héroe que al final resuelve todo –continuó acentuando aquellos gestos con sus brazos y con un verdadero fuego en sus ojos – ¡¿Acaso no crees que es genial?!

El ingles tragó saliva y realmente se cuestionó si aquel actuar era normal en los estadounidenses o este en especial ya se le habían zafado un par de tornillos.

Seguido de ello suspiró y prefirió no darle más vueltas al asunto, en cierto sentido era mejor que el menor creyese que era una película a que estuviera desesperado y actuando sin reservas.

_____-_____


Se tardó bastante en ajustar su traje de seda a los requerimientos de esas vendas en su pecho. El médico había hecho lo señalado por Vash y le había inyectado grandes cantidades de morfina al Francés. Este se sintió increíblemente aliviado, amaba la morfina, después de las mujeres y el vino, la morfina seria su otro amor.

Se arregló el cabello y limpió de su rostro todo rastro de sangre, aún tenía unas rasmilladuras en sus manos y en su rostro pero si no lo conocieran, nadie podría descubrir que debajo de aquella ropa de costurera costosa tenía una herida del porte de una mano.

Y esa era la idea.

- Calculé la dosis para las horas estimadas del viaje – el médico ayudó al Francés a colocarse su abrigo – intenta no hacer movimientos muy brusco ya que la herida aún no ha cerrado por completo, y no pierdan el tiempo, tienes que tratarte lo más pronto posible – finalizó entregándole el maletín que había sido rescatado del auto en llamas.

Francis asintió y salió de la sala de operaciones. Tenía que ser de ese modo, Mathew debía creer que en todo ese tiempo había sido tratado por profesionales y que ahora sólo debía cuidarse de las pequeñas heridas sin mucha importancia.

El rubio caminó por los pasillos hasta encontrarse con el pequeño semblante del muchacho quién (acompañado de por lo menos 5 hombres del regimiento de axis) se encontraba mirando por una pequeña ventana al costado de uno de los asientos.

-¡Siento haberte hecho esperar Mon petit Mathew!

Los ojos del muchacho se iluminaron con una indescifrable impresión

-Se- Señor Francis! – exclamó con ese sutil tono de voz para luego acercarse hasta quedar frente a el – ¿Se- se encuentra bien? – cuestionó sin poder creerlo, fijando su mirada en el lugar del pecho del mayor donde hace unas horas había visto una enorme herida y que ahora parecía una ilusión.

-¡Oh, Claro que estoy bien! ¡De Maravilla! – exclamó esta vez con aquel desplante que caracterizaba al Francés.

El muchacho rodeó con sus brazos al mayor y lo abrazó sonriendo aliviado – Me alegro mucho, muchísimo… gracias, gracias, gracias…

Entreabriendo los ojos Francis pudo jurar que algo cálido atravesó su cuerpo, algo que no podía describir pero que le entregaba una increíble tranquilidad.

Por supuesto que el mayor se habría mantenido en aquella posición por más tiempo pero la mirada algo molesta e influida por los nervios de Vash que tenían los hombres del regimiento lo hizo actuar con cautela.

El francés lo apartó y luego se arrodilló hasta quedar a la altura del menor.

-No puedo obligarte a ir con nosotros… pero puedo asegurarte que hay razones importantes para hacer lo que estamos haciendo. – la mano de Francis se movió con dulzura hasta rozar la mejilla del pequeño Mathew quién no hizo ningún movimiento.

- Iré… - casi murmuró después de tragar saliva – iré con ustedes…

____-____

Cogió su maletín con cierto desgano y se aproximó a la puerta de su oficina para cerrarla. Hace unos momentos había asumido que debía quedarse de turno aquella noche, si no fuera por el imprudente llamado de Vash, quién le sugirió que volviera a su hogar ya que en cosa de 24 horas debía volver y hacerse cargo de un par de grandes problemas.

“Francis está saliendo del hospital con el 20% de su cuerpo bañado en morfina, a penas llegue debe ser trasladado al quirófano para operar el desastre que hay en sus costillas, y siendo optimistas, si el viaje que está teniendo Kirkland con el muchacho no se atrasa tendremos el escenario perfecto para que unos demonios se nos aparezcan en el aeropuerto de Tokio”

Aquellas palabras expresadas por el Suizo parecían haber sido un solo trámite burocrático… y lo peor es que podía vivir con ello…

El Austriaco dejó escapar un suspiro y apagó la última luz de su oficina. Elizabeta se había ido hace unas horas autorizada por el para ver el tema de su hospedaje y los encargados para quedarse esa noche de turno eran un grupo reducido, por ende los pasillos se encontraban casi vacios.

Antes de darse cuenta (y de analizar su evidente preocupación por los hechos que estaba ocurriendo) Roderich se encontró saliendo de las Instalaciones de Axis con su maletín y con su largo abrigo negro.

Había olvidado que era viernes por la noche, y pudo aseverarlo al ver las transitadas calles nocturnas del lugar. No le sorprendía, hace tiempo que se encontraba bastante perdido con los días.

//

Volvió a mirar su reloj, los segundos eran atroces punzadas en su pecho y la centelleante luz de esa calle lo tenía vuelto loco. Pero faltaba poco, un par de minutos quizás y podría verlo después de tanto tiempo, tantos años sin ver aquel rostro, aquella mirada dulce y apacible, aquella piel suave y tersa.

Volvió a fijar su mirada en el reloj, con esa ya eran 15 veces. Se volvería loco…

Casi sin darse cuenta (y quizás porque su aburrimiento lo demandaba) comenzó a avanzar en dirección contraria de donde había venido pasando a llevar a alguien quién (en vez de responderle con algún insulto) calló con ligereza al suelo desparramándose así de su maletín una lluvia de hojas sueltas.

El Demonio de ojos rojos fijó su mirada en la persona que acaba de arrojar al suelo… y valla que el destino le había dado un golpe certero.

-Di-disculpe – pronunció el hombre de larga chaqueta negra mientras comenzaba con rapidez a juntar las hojas desparramadas.

El demonio sintió algo frio recorrer su espalda. Había olvidado algo demasiado importante…

-¡Señorito! – exclamó alzando su mano para sostener el brazo del susodicho y elevarlo para que lo mirara

El médico lo observó dudoso y sin hacer ningún movimiento bruco habló

-Disculpe… ¿Lo conozco?... – cuestionó enarcando una ceja.

La respiración de pronto abandonó al demonio quién soltó sin más la mano del Austriaco. ¿Lo conozco?. ¿Lo conozco? ¿Lo conozco?

Aquellas palabras se repetían como una grabadora en su mente. No era posible, no había palabras, no había formas para describir el desconcierto.

Se quedo un momento inmutable, sólo sus ojos seguían con cierta confusión los movimientos del médico quién ya había reunido casi todas las hojas y se ponía de pie.

Apretando los dientes, Gilbert podía jurar que algo no calzaba, que había algo que no había considerado en todo aquello…

“Geruman”

Sobresaltándose un poco ante aquel recuerdo revelador, se incorporó encontrándose de nuevo con la mirada esta vez algo insegura del Austriaco.

-Di- disculpe… - murmuró haciendo una leve reverencia con la cabeza para luego quedarse observándolo – Tengo la impresión de haberlo visto antes… ¿Nos conocemos?
Los ojos rojos brillaron con expectativa.

-No, no, creo que me estas confundiendo – murmuró esta vez tomando con delicadeza la mano del médico y besándola – Lo siento yo también por lo despistado.

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Roderich solo se permitió ser sorprendido por un mísero segundo, seguido de ello se soltó de la mano ajena y dando un paso atrás se alejó.

Se sentía extraño… aquellos ojos, aquella sonrisa, había algo en aquella persona que le hacia dar vueltas en su cabeza… como si lo conociera, como si esa no fuera la primera vez que lo había visto…

El Austriaco disminuyó el paso y suspiró. Su corazón latía irregular y podía jurar que sus mejillas ardían. Por un momento, algo que creía imposible había sucedido. Lo había olvidado todo… Su puesto como médico, las mil tareas que tenía que hacer, los días, las horas, por un segundo no hubo nada más en el universo…

Sacudió la cabeza y entrecerró los ojos… Debía estar cansado, esa era la única explicación…

“Señorito”

¿Por qué lo había dicho así? ¡Por que sentía ese término tan suyo?

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Espero que hayan entendido ._. jaja xd
Quiero mandarle un saludo a todos los que me leen y me hacen seguir escribiendo y siendo feliz c: 
Os amo!