sábado, 14 de enero de 2012

Reinless

Notas de la autora: Matenme ahora gente buena :c Siento mucho haberme tardado, soy una persona que no merece perdón de Dios y bla bla xd Os amo y gracias por leer.
Quiero recordarles que este capitulo tendrá un  flash back de la historia de prussia, que continuaré en el siguiente capitulo para seguir así con la historia normal.
Y bueno, las aclaraciones estarán como siempre al final del cap c:




Capitulo 17


Nunca había sentido tanta presión ante un hecho como el que estaba a punto de cometer.

Desde que tenía su conciencia de demonio, nunca había encontrado un límite que le hiciese replantearse el por qué de sus acciones, el simplemente cometía actos y después afrontaba las consecuencias una a una. No le importaba, no podían quitarle nada, no podían hacerlo caer más bajo de lo que estaba pues en aquel curso no había nada de valor a lo cual adjudicar una necesidad de mantenerse “vivo”

Hasta aquél momento.

Se encontraba moviendo nerviosamente sus dedos entrelazados unos con otros y sus incomparables ojos rojos se movían intentando trazar un plan que lo hiciese salir invicto de aquel embrollo

No era tan difícil, lo había hecho antes. Tan sólo necesitaba trazar un plan a prueba de errores y que el factor suerte estuviese de su lado.

Un par de cicatrices, podía vivir con ello.

El demonio de cabellos plateados procuró un ligero salto del gran árbol en el cual se encontraba y dio un par de pasos. Su largo abrigo negro dejaba entre ver la intachable camisa blanca que traía abajo.

Su sonrisa decoró su rostro que ahora se elevaba a mirar el enorme edificio al cual debía entrar  y del cual se podían ver las relucientes y grande letras que formaban la palabra “axis”

Tantas batallas, tantos años transcurridos como horas en su cuerpo y aun no se convencía de que lo único importante en todo lo que tenía de memoria estaba a un paso, a un difícil y quizás traicionero paso que debía dar y que bajo un gran porcentaje de azar, podía ser el ultimo…

- Flash back – Gilbert Gaiden*

El primer recuerdo que sostenía con ciertas brumosas lagunas era el de su cuerpo cubierto de sangre, abrió sus ojos pesados como si hubiese dormido años y aun así el cuerpo le pesaba y su cabeza le dolía como nunca antes. (a decir verdad, no recordaba el antes)

La habitación donde se hallaba era un lugar frio y húmedo, las paredes eran de piedra o de algún material incapaz de conservar el calor.

No había ventanas ni ninguna clase de orificio por donde asomarse y descubrir como mierda había llegado ahí.

Se sentía extraño, además de su incapacidad para traer algún recuerdo que resolviera aquella situación, había algo en el que no lo dejaba tranquilo, era una especie de sensación insaciable, quería algo, NECESITABA algo pero no sabía qué.

 Al momento en que por fin pudo ponerse de pie ( ya que el temblor de sus piernas parecía incontrolable)  Se paseó por aquella habitación, sus manos gastadas  golpeaban las paredes, rasguñaban el suelo en un mísero intento de buscar alguna forma de salir.  Hasta que en un enorme y desesperado llanto se rindió

Pasó tanto tiempo ahí que hasta en algún grado de locura causada por el encierro y la desesperación, pensó que había muerto y aquel era el infierno que viviría por la eternidad, que probablemente en su vida había cometido las peores atrocidades y que eso es lo que merecía un ser tan despreciable como él.

Después de tanto tiempo encerrado llegó al límite de solo echarse al suelo y esperar su muerte.
Sólo era audible el tintineo de pequeñas gotas cayendo por las paredes, lo que a momentos lo calmaba y confortaba.

No entendía cómo es que no había muerto de hambre en todo aquel tiempo encerrado, tampoco el cómo no había necesitado beber agua (aunque lo había hecho, quizás para sentirse vivo)

Estaba totalmente desamparado.

Los ojos del joven se cerraron y no supo por cuanto tiempo, quizás horas, días, meses… pero estos se abrieron cuando una luz invadió el cuarto.

De la pared, había surgido una puerta de piedra la cual se había abierto y a sus pies pudo distinguir la silueta de una persona.

Tuvieron que pasar un par de minutos para que pudiera acostumbrarse a luz ya que en aquel cuarto la oscuridad había reinado por demasiado tiempo como para querer recordarlo.

Intentó levantarse y aproximarse a aquella persona, pero su cuerpo a pesar del tiempo transcurrido aun no respondía muy bien y la enorme emoción de verse acompañado lo hizo perder el equilibro más de una vez.

-No te muevas tanto Gilbert

Aquella voz había resonado como el eco de alguien en un lugar pequeño. Hace muchísimo tiempo que no oía una voz que no fuera suya por lo que sintió que aquellas palabras golpearon sus tímpanos y lo dejaron perturbado por un par de segundos.

-Gi-gilbert… - repitió una vez que había podido comprender que de aquella forma había sido nombrado.

El hombre de gran estatura y que se encontraba cubierto con un enorme manto negro se hincó a la altura del joven que todavía se hallaba en el suelo y tomándolo de su cabello bruscamente lo levantó hasta la altura de su cara.

El joven no pudo gritar, no existía fuerza para poder hacerlo, simplemente hizo un gesto de dolor e intentó abrir sus ojos.

-Mírame Gilbert – ordenó esta vez con su voz un poco más apacible.

El joven obedeció y se encontró con unos enormes ojos rojos que tan sólo mirándolo parecían atravesar todo su cuerpo.

-Desde hoy has vuelto a nacer, y todo lo que aprendas de ahora en adelante será lo que yo te enseñe – el hombre lo soltó haciendo que este callera de golpe al suelo nuevamente- me debes tu vida y tu eterna lealtad.

Diciendo eso se sacudió las manos y se puso de pie nuevamente.

-Cuando se sientas capaz de levantarte, sal, te estaré esperando.

Fue lo último que dijo cuando ya había desaparecido de aquella habitación.

El joven no entendía nada, lo único claro era que alguien allá afuera lo esperaba y era el único que podía darle respuestas.

Se dio vuelta mirando el techo, esperó hasta que su cuerpo se calmara  para comenzar nuevamente el caótico intento de levantarse y controlar sus piernas.

No supo cuanto se tardó, el tiempo era algo de lo que no tenía conciencia pero cuando por fin sus piernas le respondieron y después de un gran intento de caídas y golpes se encontró de pie, caminando con lentitud. Una vez llegado a la puerta se apoyó en ella y observó el lugar.  Era un enorme pasillo con grandes puertas de piedra como en la que él se encontraba apoyado. Desvió los ojos hasta que divisó una solitaria y lejana puerta que a diferencia de las demás, tenía un color café y una pequeña ventanita en el centro inferior.

Esta vez apoyado de las paredes se dirigió con lentitud hasta esa puerta, se sentía algo más tranquilo ya que con cada paso se sentía menos inestable y con un poco más de fuerza, pronto podría caminar sin apoyarse de nada.

Una vez llegado  la abrió dejando ver un lugar totalmente distinto a la cárcel donde había estado encerrado.

Parecía un hogar confortable, el lugar estaba cubierto por enormes muebles perfectamente tallados, el piso era de madera y la sensación era increíblemente distinta a la de la cárcel de piedra en la que había estado. El ambiente era tibio y un olor dulce lo rodeó.

Se adentró en el lugar, hasta que después de un caminar pausado se encontró con la figura del hombre que antes lo había llamado. Esta vez pudo distinguir mejor su perfil. Era un hombre alto, su cuerpo estaba cubierto por un largo abrigo negro. Pudo distinguir su largo cabello rubio, casi plateado que caía hasta sus hombros. Su mirada era dura y parecía haber visto más cosas que cualquier ser en esta tierra. A primera vista sintió un increíble sometimiento  que no tenía otra explicación más que su cuerpo cansado podía darle.

El hombre se encontraba junto a una chimenea encendida y sostenía una copa con un licor de un oscuro color, casi negro.

El joven después de aproximarse lo que sus fuerzas le permitieron se desplomó sobre el suelo soltando un ahogado jadeo. El calor de la chimenea lo invadió y se sintió por primera vez en mucho tiempo vivo

- Gilbert, Gilbert… Eres un completo desastre… - El hombre dio un par de pasos rodeando el cuerpo del joven y realizando pequeños movimientos con la muñeca que sostenía la copa – Pero no debes preocuparte, yo voy a hacer que te vuelvas una maravilla.

El joven sintió  de pronto como una manta lo cubría, y seguido de ello el hombre que había estado dando vueltas alrededor del se aproximó a un sillón cercano y se desplomó sobre el.

- Supongo por tu patética mirada de desconcierto que debes tener preguntas… - asumió el mayor tomando un sorbo de su copa para luego elevar la vista al techo con cierta mueca de molestia – Te responderé… al menos hasta que me aburra.

El joven respiró agitado e intentó dejar escapar algo de sus labios.

-Qui- Quién soy yo?

-Pfff, ¿No tienes algo mejor que eso?

El mayor lo miró indignado para luego responder con algo de  desagrado

-Gilbert te llamas, creo que lo he repetido lo suficiente como para que tu pregunta sea una verdadera pérdida de tiempo – el hombre se quedó pensativo un segundo y luego habló nuevamente- Oh, lo siento, no se tu apellido, aunque no debería importarte ya que no lo vas a necesitar.

- ¿Por qué… no recuerdo nada?...

-No necesitas recordar nada,  absolutamente nada de tu pasado es necesario ahora, lo único que debes saber es que tu y yo somos distintos al resto.

El joven de cabellos plateado lo observó con completo desconcierto.

- ¿Como….?

-Discúlpame Gilbert pero voy a hacerte una pregunta… En  todo ese tiempo… no has encontrado nada extraño en ti?

-¿Cómo…?

- ¿ Ni siquiera has probado poniendo tu mano en tu pecho?

Los ojos del joven se cerraron con fuerza y curvó sus labios que ahora temblaban sin poder detenerse. Sabía de lo que hablaba el mayor, era algo estúpido y sin sentido y por eso mismo, el acto de mover su mano y ponerla en su pecho era algo que le arrebataba toda cordura que creía aun conservar.

Dejó escapar una bocanada de aire antes de agitar su mano y ponerla sobre su pecho tal cual le había indicado el mayor

Por un segundo un silencio presuntuoso se situó en aquella habitación de madera cálida y creyó que incluso se desmayaría. No había reacción en su cuerpo, no existía ninguna clase de respuesta fisiológica que le indicara que estaba vivo, que era humano. No habían latidos.
Al principio se consoló pensando que aquella persona sólo estaba jugando con su evidente estado lastimoso y le había hecho perder conciencia de la realidad. ¿Pero cómo podía probar aquello?, incluso aunque tuviera alguna forma de probarlo, ¿Quién si no el mayor podía explicarle todas las incógnitas en su mente?
El hombre lo miró curvando sus labios en una casi indescriptible sonrisa, seguido de ello se inclinó para tomar la atención del menor.

-¿Existe alguna duda?

El joven jadeó y sus ojos rojos brillaron con un tono que por primera vez mostraba determinación.

-Si quieres demostrar que no estoy vivo, ¿por qué mierda estoy respirando?

-Es una respuesta a la costumbre, no estás respirando, es sólo que estas acostumbrado a ello. Te diría que pruebes a dejar de respirar por un rato pero ya lo harás cuando tengas más tiempo…

Gilbert volteó los ojos cómo si le hubiese vencido por decima vez en el mismo día, incluso aunque en aquel momento sólo quisiese despertar de ese sueño, pudo encontrar respuestas en todo lo que el hombre le explicaba.
Todo aquél tiempo encerrado, sin comer y beber… Cualquiera en su lugar habría muerto o al menos agonizado, pero él no había sentido más necesidad que la de dar vueltas y arrastrarse por aquellos pisos de la cárcel de piedra.
No quería aceptarlo pero tenía razón y deseaba ahí más que nunca llegar al fin de ese asunto.

-Entonces… que.. soy? – Gilbert tragó saliva – ¿Que somos? – dijo esta vez mirando con extremo cuidado los ojos del mayor. Definitivamente su corazón no latía pero en su pecho igual retumbaba algo ante la espera de aquella respuesta.

-Demonios Gilbert, somos demonios.

Al principio le costó digerir la información del mayor. Incluso aunque esta no fuera mucha ya que descubrió que para sacarle alguna buena respuesta, el hombre debía estar de buen humor si no, simplemente lo ignoraba y si este insistía pues se molestaba y lo amenazaba con encerrarlo de  nuevo en los calabozos, obviamente ante aquella amenaza, al joven de ojos rojos no le quedaba otra opción que quedarse en silencio y no insistir ante el tema.

Días después de aquella explicación, el hombre le reveló algo acerca del. “No voy a decirte mi nombre, pero sí te diré de qué forma puedes nombrarme… Germania”
No tuvo ninguna intención de declarar que aquel era el nombre más que extraño que había oído, y claro aquello no era un nombre, por lo mismo después de pasado el tiempo lo terminó llamando de una forma un poco más coloquial “Geruman”* (viene del término Germán pero hace referencia a la pronunciación japonesa).
Al principio lo hacía de forma aislada para ver si aquello no significaría un encierro seguro en el calabozo, y aunque a veces veía un ligero gesto de molestia en sus ojos, finalmente pudo notar cómo se acostumbraba o simplemente aceptaba aquello en un acto de pasividad controlada.

Gilbert a pesar de las circunstancias en las que se encontraba, se dejó instruir por el hombre de largos cabellos rubios.
A momentos sentía que hacía aquello sólo por miedo a lo que aquel hombre pudiese hacerle a su integridad, pero a otros realmente concebía en él una enorme curiosidad por conocer ese mundo totalmente nuevo.

Geruman le explicó la forma en que un demonio debía ver la vida. Podía ver en los ojos del rubio una increíble furia y repugnancia cuando se refería a los humanos. Quizás había sido lo más recalcado en su instrucción, debía odiar, detestar, repugnar siempre a los humanos, eran seres inferiores, estúpidos, y con una capacidad infernal de destruir todo a su paso.

“Yo soy un demonio viejo Gilbert, más antiguo que muchas cosas en este planeta y he visto  las construcciones humanas caer bajo fuegos de sus mismas manos. He visto eras incontables de muerte acechando hasta los ojos del más joven muchacho.”

También comprendió la diferencia temporal que los comparaba de aquellos seres. Los humanos vivían poco en comparación con lo que podía llegar vivir un demonio bien entrenado.

 A veces, cuando los inviernos eran largos y aburridos, Gilbert se preguntaba, cuando podría conocer a un demonio, aparte de Geruman. Pero el mayor le explicaba con cierta molestia que era difícil encontrar a otros demonios, la mayoría morían jóvenes por que no habían sido instruidos cómo él lo estaba haciendo (y así también le dejaba claro que debía estar profundamente agradecido de que haya decidió acogerlo bajo su entera protección) y los más viejos no se dejaban ver por otros ya que no existía la “amistad” entre demonios, sólo la coexistencia pacífica o los tratos a largo o corto plazo.

Los años avanzaron como días para el muchacho de cabellos grises, cuando ya pudo darse cuenta, había abandonado la Mansión de su maestro y este con su completa confianza le dejaba recorrer los bosques cercanos, con la promesa de que no se acercaría bajo ninguna circunstancias a ningún humano.
Aprendió a controlar el placer que podía darle la sangre y pasó meses encerrado en el calabozo a causa de haber hecho enojar al mayor.

Se había acostumbrado a la lucha y agilidad digna de un demonio y también obligado a acostumbrarse a la meditación y contemplación de su alrededor.

Fueron años que volaron como hojas secas de otoño y aún así el joven de ojos rojos sentía que no sabía ni una decima parte de todo lo que convenía entender.

- Hey Geruman – dijo acostado en el piso mientras el calor de la chimenea lo invadía

El hombre no se movió. Observaba por el ventanal con los brazos cruzados y su postura se mantenía tensa y formal, parecía una estatua recién adquirida.

- El hombre con el que hablaste el otro día era un demonio ¿Verdad?

Los cabellos rubios se movieron con la brisa que se colaba por la ventana.

Hace unos días cuando el menor había sido enviado a limpiar todos y cada uno de los calabozos de aquella mansión, sintió una presencia distinta a la de Geruman e incomparable con la de un humano. Las presencias humanas eran ligeras e inalterables, pero aquella era densa y le causaba un extraño escalofrío en la piel.

Al asegurarse que no había nadie en los calabozos se dirigió con rapidez al piso de donde provenía la presencia y pudo verlo.

Un cabello parecido al suyo y sus ojos de un incomparable color lila. Al principio se sorprendió por su presencia tan llamativa y se habría acercado más para resolver sus dudas pero si Geruman se enteraba que andaba espiándolo estaría años limpiando los calabozos hasta que quisiese perdonarlo.

Los observó por un par de minutos, parecían hablar de algo que ambos les perturbaba aunque el rostro del otro demonio no aflojaba la sonrisa de medio lado y sus ojos no se abrían más de lo que la luz le dejaba apreciar.

Parecía que Geruman estaba infinitamente sorprendido por aquella visita, pero a la vez en su mirada había un tinte de leve agrado el cual le sorprendió muchísimo.

El rubio se dio vuelta y miró al menor frunciendo el seño

-¿Así que me estuviste espiando?

-No, no, claro que no, sólo la gente no awesome espía, yo sólo sentí una presencia y fui a asegurarme de que estuvieras a salvo

Gilbert intentó no mirar al rubio ya que si lo hacía estaría perdido

El mayor gruñó pero después de unos minutos se apoyó en la ventana mirando hacía la chimenea.

-Se llama Ivan, es un demonio que conocí hace años bajo circunstancias que no deseo recordar – el rubio apoyó sus manos en la madera de la ventana y se quedó ahí sin decir nada, luego sus ojos de fijaron en los de Gilbert, como si dudara o no en decirle lo siguiente – Vino a entregarme una información.

El demonio de ojos rojos abrió los ojos con sorpresa y se levantó del suelo quedando sentado, prestando esta vez toda su atención al mayor.

-¿Qué información? ¿Es algo importante?

-Nada que te interese – bufó con cierto desgano

-¿Pe-pero, por que el tendría información sobre ti?

-Nunca dije que tuviera información sobre mi Gilbert.

- Pe-pero si es información que te concierne…

Geruman molesto por las intervenciones del menor tomó un pequeño cuadro que se encontraba apoyado bajo el marco de la ventana y se lo arrojó en la cabeza.

- ¡¿Puedes dejar tu palabrerío y prestarme atención?! – exclamó arrugando la nariz y cruzando los brazos

Gilbert se sobó la cabeza en la parte donde le había golpeado y asintió.

- Ivan posee una de la habilidades más interesantes que me ha tocado conocer

Los ojos rojos se encendieron con extrañeza

- Ivan puede ver el futuro - Geruman frunció los labios en un gesto cómo si quisiese escupir algo desagradable – Y no es nada bueno lo que ha visto Gilbert… nada bueno

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efuhliwevuuh 

Bueno, ya notaron que algunos demonios poseen habilidades especiales en ellos. Ivan y Antonio son un ejemplo (ver el futuro y rápida regeneración) 
Después descubrirán otra habilidades y cosas que cambiarán la historia
El siguiente capitulo se termina el Gaiden de Prussia, espero publicar pronto c:
Y Puse a Germania por que en Hetalia supuestamente el es quién crió a Prussia y sacro imperio romano, por eso quise darle protagonismo en la historia del awesome xd 

Les juro que haré TODO lo posible por publicar pronto, i promise.

Graaaacias por leer, os amo